Esta carta se presenta como escrita por el apóstol Judas Tadeo, aunque pudiera haber sido escrita por otro, algunos años después de la muerte de los apóstoles. Denuncia a los falsos maestros semejantes a los que Pablo menciona en las cartas a Timoteo y a Tito.
Sin embargo, las comparaciones y ejemplos que usa provienen de los libros judíos de ese tiempo. La Iglesia no había definido todavía cuáles eran los libros inspirados por Dios y que forman parte de la Biblia, y varios cristianos aprovechaban, además del Antiguo Testamento, la literatura religiosa de los judíos (por ejemplo, el libro de Enoc, el Testamento de los Doce Patriarcas, la Asunción de Moisés). De ahí las leyendas sobre algo anticuado, hay un llamado vehemente a mantener íntegra la fe de los apóstoles, lo que en aquel momento preocupaba bastante a la Iglesia. Preso, algunos años más tarde, el autor de las 2 Pedro copió una parte de la presente carta.
1 Judas, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago, a los que fueron llamados a la fe, amados por Dios Padre y conservados en Cristo Jesús.
2 Que abunde entre ustedes la misericordia, la pz y el amor.
3 Amadísimos, tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, y me vi obligado a a hacerlo para moverlos a luchar por la fe que Dios entregó de una vez a sus santos.
4 Porque se han deslizado entre ustedes ciertos hombres a los que Dios, de antemano, reserva su condenación: son impíos que hacen de la gracia de nuestro Dios un pretexto para su libertinaje y niegan a nuestro único Dueño y Señor, Cristo Jesús.
5 Ya que ustedes han conocido todo una vez, quiero recordarles que el Señor salvó a su pueblo del país de Egipto; y después dio muerte a los que de entre ellos fueron incrédulos. 6 Hizo lo mismo con los ángeles que no conservaron su domicilio, sino que abandonaron el lugar que les correspondía: Dios los encerró en cárceles eternas, en el fondo de las tinieblas, hasta que llegue el gran día del Juicio. 7 Lo mismo que Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas que también se prostituyeron dejándose atraer por uniones contra la naturaleza, se ponen como ejemplo al padecer el castigo del fuego eterno. 8 A pesar de todo esto, ahora, esos hombres obran igualmente en su delirio envilecen sus cuerpos, desprecian lo que viene del Señor, blasfeman contra los ángeles. 9 Sin embargo, cuando el arcángel Miguel pleiteaba contra el diablo y disputaba el cuerpo de Moisés, no se atrevió a insultarlo, sino que dijo: "¿Que el Señor, te reprenda!".
10 En cambio, estos hombres insultan y desprecian lo que no pueden entender; y lo que conocen por instinto, como los animales solamente les sirve para su corrupción. 11 ¡Desgraciados!, siguen los pasos de Caín, y por el dinero se extravían como Balaam; al fin perecerán como el revoltoso Coré. 12 Cuando ustedes celebran sus comidas fraternales, ellos lo echan todo a perder. Comen como sinvergüenzas, sin otra preocupación que la de su propio estómago. Son como nubes llevadas por el viento y que nunca traen la lluvia, como árboles de fines de otoño en los que no se encuentran frutos, dos veces muertos. 13 Arrojan la espuma de sus vicios como olas agitadas del mar, astros errantes a los que les aguardan para siempre las espesas tinieblas. 14 El patriarca Enoc, el séptimo después de Adán, dijo de ellos estas palabras: 15 El Señor viene con miles de ángeles para juzgarlos a todos y pedir cuentas a los impíos por todas las obras malas injuriosas que los impíos pecadores lanzaron contra él. 16 Todos éstos son descontentos que maldicen su suerte, y solamente buscan satisfacer sus pasiones; su boca está llena de palabras arrogantes, y por interés adulan a la gente.
17 Mas ustedes, amadísimos, recuerden lo que anunciaron los apóstoles de Cristo Jesús nuestro Señor. 18 Ellos les decían: Al fin de los tiempos habrá hombres que se burlarán de las cosas sagradas y vivirán según sus deseos impuros. 19 Aquí tienen a hombres que causan divisiones, hombres terrenales que no tienen el Espíritu Santo.
20 En cambio ustedes, muy amados, construyan su vida sobre las bases de su santísima fe, orando en el Espíritu Santo. 21 Manténgase en el amor de Dios, esperando la misericordia de Cristo Jesús nuestro Señor, que los llevará a la vida eterna.
22 Traten de convencer a los que dudan 23 y sálvenlos, arrancándolos de la condenación a los demás trátenlos con compasión pero con prudencia, aborreciendo hasta las ropas contaminadas por su cuerpo.
24 Al Dios único que los puede preservar de todo pecado y presentarlos alegres y sin mancha ante su propia Gloria, 25 al único Dios que nos salva por medio de Cristo Jesús nuestro Señor, a él Gloria, Honor, Fuerza y Poder desde antes de todos los tiempos y ahora por todos los siglos de los siglos. Amén
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