- Por una parte, dejamos que se apague el entusiasmo que nos vino al conocer a Cristo, cuando nos sentíamos capaces de cualquier cosa por él. Y vamos amoldando nuestra vida con prácticas que no pueden suplir la falta de fe y amor verdadero.
- También puede suceder que nos dejemos impresionar demasiado por ejemplos de otro tiempo o de otros ambientes. Y vamos copiando modelos de vida cristiana que no corresponden a lo que Dios espera de nosotros, y con esto no vamos a Cristo, con todo lo que somos y con todos nuestros valores.
Todo esto se transparenta en la Carta a los Gálatas. Estos paganos convertidos por Pablo escucharon luego a judíos que se creían discípulos de Cristo, pero que no habían entendido el Evangelio. Y éstos les decían: “La fe en Cristo, ¡qué cosa tan bonita! Pero, más cuenta ante Dios el que uno cumpla todas las leyes y costumbres religiosas. Y, además, sabiendo que Jesús era de raza judía, les conviene adoptar las maneras de vivir, de pensar y de rezar de los judíos.”
Pablo, pues, escribió esta carta muy violenta. “Si ustedes conocen a Jesús crucificado y se dejan guiar por su Espíritu, ¿qué más les falta?
¿Quiénes eran los Gálatas? Este término impreciso apunta a lo mejor a las comunidades de Pisidia y de Galacia cuya evangelización relatan Hechos 13,22 – 14,25 y 16,1-6
No hay otro Evangelio
6 Me extraña que tan pronto hayan abandonado a Dios que, según la gracia de Cristo, los llamó para seguir otro Evangelio. 7 No es que haya otro, sino que ciertas personas han sembrado la confusión entre ustedes y quieren dar la vuelta al Evangelio de Cristo.
8 Pero, aunque viniéramos nosotros o viniera algún ángel del cielo para anunciarles el Evangelio de otra manera que lo hemos anunciado, ¡sea maldito! 9 Ya se lo dijimos antes, pero ahora lo repito: si alguien viene con un evangelio que no es lo que ustedes han recibido ¡sea maldito! 10 Comprueben ahora si trato de conciliarme con los hombres o si más bien obedezco a Dios. ¿Creen que busco agradar a los hombres? Si todavía buscara yo agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo.
Pablo enseña lo que recibió de Dios
11 Pero sepan, hermanos, que el Evangelio que les prediqué no es doctrina de hombres, 12 y tampoco lo recibí o lo aprendí de un hombre, sino por una revelación de Cristo Jesús. 13 Seguramente ustedes han oído cómo me portaba antes, cuando pertenecía a la comunidad judía, ustedes saben con qué furor perseguía a la Iglesia de Dios y cómo la arrasaba. 14 Pues estaba más apegado a la religión judía que muchos compatriotas de mi edad y defendía con más fanatismo, las tradiciones de mis padres.
15 Hasta que me llamó por su mucho amor el que me había elegido desde el seno de mi madre, 16 y le gustó revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciara entre los pueblos paganos. En ese momento no tomé consejos de nadie, 17 ni subí a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí. Más bien me fui de inmediato a Arabia, de donde volví después a Damasco. 18 Luego, pasados tres años, subí a Jerusalén para entrevistarme con Pedro, y con él permanecer quince días. 19 pero no vi a ningún otro apóstol, sino a Santiago, hermano del Señor. 20 Todo esto se lo digo delante de Dios; él sabe que no son mentiras.
21 Después pasé a las regiones de Siria y Cilicia, 22 de manera que las Iglesias de Cristo en Judea no me conocían personalmente. 23 Solamente habían oído decir de mí: “El que, en otro tiempo, nos perseguía, ahora anuncia la fe que trataba de destruir” 24 Y glorificaban a Dios por mí.
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