7 Ustedes habían empezado bien su carrera, ¿quién, pues, les cortó el camino? ¿Por qué dejaron de obedecer a la verdad? 8 Esto no fue para obedecer a Dios que los llama, 9 y no es mucha la levadura, pero podría contaminar toda la masa. 10 Personalmente estoy convencido que ustedes no van a cambiar su fe, pero el que los perturba, sea quien sea, recibirá su castigo.
La verdadera libertad
13 Ustedes, hermanos, fueron llamados para gozar la libertad; no hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne; más bien, háganse esclavos unos de otros por amor. 14 Pues la Ley entera está en una sola frase: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero, si se muerden y se devoran unos otros, ¡cuidado!, que llegarán a perderse todos.
16 Por eso les digo: anden según el Espíritu y no llevarán a efecto los deseos de la carne. 17 Pues los deseos de la carne están contra el Espíritu y los deseos del Espíritu están contra la carne. Los dos se oponen uno a otro, de suerte que ustedes no pueden obrar como quisieran. 18 Pero, si los conduce el espíritu, ya no están sometidos a la Ley.
19 es fácil ver lo que viene de la carne: libertad sexual, impurezas y desvergüenzas; 20 culto de los ídolos y magia; odios, celos y violencias; furores, ambiciones, divisiones, sectarismo, desavenencias y envidias; 21 borracheras, orgías y cosas semejantes. Les vuelvo a declarar lo que ya les he dicho: los que hacen estas cosas no heredarán el Reino de Dios.
22 En cambio, el fruto del Espíritu es: caridad, alegría y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad y fidelidad; 23 mansedumbre y dominio de sí mismo. Ahí no hay condenación ni Ley, 24 pues los que pertenecen a Cristo Jesús tienen crucificada la carne con sus vicios y sus deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu. 26 No busquemos la vanagloria; que no haya entre nosotros provocaciones ni rivalidades.
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