Pues ya no se sienten seguros con creer en Cristo, sino que quiere agregar prácticas religiosas del Antiguo Testamento privándose de comer algunos alimentos, y tal vez, de beber vino, para ser más perfectos. Además empiezan a rendir un culto a los “ángeles”; así nombraban a las fuerzas ocultas que, según ellos, determinaban el destino de los hombres. Se parecían a algunos creyentes de hoy, que confían en devociones a las ánimas o creen en la astrología y, para conocer su destino consultan su horóscopo. Con esto, ya no veían a Cristo como el único Salvador, pues preferían confiar en sus esfuerzos, en sus sacrificios o bien en prácticas que no son de la Iglesia.
Esta crisis de la Iglesia del primer siglo nos valió la presente Carta, en la que Pablo aclaró la supremacía absoluta de Cristo. ¿No ocurre algo semejante en nuestro tiempo? A partir de problemas candentes como hoy día lo s de la violencia y de la paz, se profundiza y se aclara cada vez más el mensaje de Cristo.
1 1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2 a los santos y creyentes que viven en Colosas, mis verdaderos hermanos en Cristo, reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre.
3 ¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor!
En nuestras constantes oraciones les damos gracias por ustedes, 4 por lo que hemos sabido de su fe en Cristo Jesús y de su caridad para con todos los santos. 5 Todo lo hacen esperando la herencia que les está reservada en el Cielo y que conocieron por la palabra de la Verdad que les llegó. 6 Este Evangelio que va dando frutos y creciendo por todo el mundo, también lo hace entre ustedes desde ese día en que recibieron y conocieron el don de Dios en toda su verdad.
7 Ahora bien, el mismo que se lo enseñó, Epafrás, muy querido compañero en el servicio de Cristo, para ustedes fiel ministro de Cristo, 8 es el que también vino a recordarme el cariño que me tienen en el Espíritu.
9 Por eso, desde el día en que recibimos esas noticias, tampoco nosotros hemos cesado de pedir a Dios por ustedes, que alcancen el mismo conocimiento de lo que él quiere, con todos los dones de la sabiduría y entendimiento espiritual. 10 Así llevarán una vida digna del Señor, y que sea completamente de su agrado, así producirán frutos en toda clase de buenas obras y crecerán en el conocimiento de Dios.
11 El que tiene todo poder en su Gloria, los fortalecerá en todo con dones de fuerza, para que sean pacientes y perseveren con alegría. 12 Y darán gracias al Padre, que nos preparó para recibir nuestra parte de la herencia reservada a los santos en su reino de luz. 13 Nos arrancó del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado. 14 En él nos encontramos liberados y perdonados.
Cristo es el principio de todo
21 Ustedes mismos, en un tiempo, fueron para él como extraños y, con sus obras malas, demostraron una actitud hostil. Dios, sin embargo, los reconcilió por el cuerpo de Cristo, entregado a la muerte, 22 para presentárselos santos, no teniendo ya ante él mancha ni culpa. 23 Pero, por supuesto, muéstrense firmes, como cimentados sobre la base de la fe; y no dejen que vacile su esperanza, ni olviden el Evangelio que ustedes han oído, que ha sido predicado a toda criatura en el mundo y del que yo, Pablo, llegué a ser servidor.
24 Al presente, me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes; así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, para bien de su cuerpo, que es la Iglesia. 25 Pues pasé a ser servidor de la Iglesia, y recibí de Dios la misión de llevar a efecto sus proyectos respecto de ustedes. 26 Hablo de ese plan misterioso que permaneció secreto durante siglos y generaciones, hasta que ahora lo reveló Dios a sus santos.
27 Quiso darles a conocer la gloria tan grande que su plan misterioso reservaba a las naciones paganas: ¡Ustedes tienen a Cristo y esperan la Gloria!
28 Nosotros predicamos a ese Cristo, advirtiendo con insistencia a cada uno y enseñando a cada persona con mucha sabiduría, para hacer a todo hombre perfecto en Cristo. 29 Y por esta causa me fatigo luchando, con la fuerza de Cristo que obra poderosamente en mí.
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