Este es al que Dios constituyó heredero de todo, ya que por él dispuso las edades del mundo.
3 Este es el resplandor de la Gloria de Dios y en él expresó Dios lo que es en sí mismo.
El es el que purificó al mundo de sus pecados y después se fue a sentar a la derecha del trono de Dios en los cielos.
4 El está tan por encima de los ángeles, cuanto es más excelente el Nombre que heredó.
5 En efecto, ¿a qué ángel jamás le dijo Dios: “Tú eres mi Hijo, en este día yo te he dado la vida”? ¿De qué ángel dijo Dios: “Yo seré para él Padre y él será para mí el Hijo”? 6 Cuando Dios manda a su Primogénito al mundo la Escritura dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren. 7 Pero, cuando se trata de los ángeles, encontramos palabras como éstas: Dios envía a sus ángeles como el viento, hace de sus servidores una llama ardiente.
8 En cambio, respecto del Hijo, leemos estas palabras:
“Tu trono, oh Dios, permanece por siglos y siglos y tu gobierno será el de la justicia. 9 Amas la justicia y aborreces la maldad, por eso te consagró Dios, tu Dios, en un día feliz, prefiriéndote a todos.”
10 Y estas otras palabras:
“Señor, tú en el principio pusiste la tierra sobre sus bases, y los cielos son obra de tus manos. 11 Ellos desaparecerán, pero tú permaneces. Serán para ti como un vestido viejo; 12 los doblarás como doblan una capa y los cambiarás; Tú, al contrario, eres siempre el mismo y tus años no terminarán jamás.”
13 A ninguno de sus ángeles dijo Dios: “Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como tarima de tus pies.”
14 Pues todos estos espíritus no son más que servidores y los manda Dios para bien de los que recibirán de él la salvación.
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