El Cielo Nuevo y la Tierra Nueva
+ Primera visión de la Jerusalén celestial "El ojo no ha visto, el cielo no ha oído lo que Dios ha preparado para los que lo aman." (1 Cor 2,9)
La Biblia empezaba con una visión de la primera creación, en la que Dios, en las avenidas del Edén, conversaba con el hombre su amigo. El Apocalipsis finaliza con una visión más hermosa en que desborda primero el gozo de Dios:" Ahora todo lo hago nuevo". Se ha construido la Ciudad Santa y definitiva de los hombres.
Cielo Nuevo y Tierra Nueva. El cuerpo resucitado de Cristo fue el principio de este Universo Nuevo espiritual y material que esperamos. Pero ahora, su Poder de Resurrección ha transformado el mundo entero. No será un paraíso para "almas" aisladas ni para puros ángeles, sin una ciudad de hombres: los hombres han llegado a ser totalmente hijos de Dios: él será hijo para mí.
Enjugará toda lágrima. Dios habita en medio de los hombres y derrama en ellos su felicidad. Los sufrimientos que llenaron tantas vidas, las torturas delos mártires, el dolor íntimo de los pecadores arrepentidos, todo se acabó. Gozo y paz que no se pueden dar en ningún lugar de la tierra, pero sí en el seno de Dios.
La segunda muerte (v.8) Frente a esa felicidad, la reprobación eterna. Estar definitivamente sin Dios y sin razón de ser, encerrado en su pecado y en su soledad. Misterio para nosotros. La libertad del hombre es cosa tan gran y verdadera que Dios mismo no puede forzar a un hombre a que lo ame; los que se han apartado conscientemente y en forma indeclinable del camino de la vida, tendrán por herencia el lago de fuego y de azufre, o sea, tormentos que no se pueden expresar.
La Jerusalén Nueva viene de Dios. Los hombres se esforzaron por construir, más mal que bien, la comunidad de los hombres. Pero, al terminar la historia descubren que junto con ellos, Dios construyó algo mucho más grande: una humanidad reunida en la misma vida de Dios.
Ya está hecho (v.6) Es la realidad definitiva y no habrá historia después. En el mundo nuevo no hay mar, lo cual significa la inquietud y la agitación de los hombres (ver Is 55,11) Desde entonces, Dios, Principio y Fin da sin cesar el agua de vida, gratuitamente, con eso se piensa en los elegidos, siempre ávidos de conocer más y más el misterio de Dios, pero que al mismo tiempo están plenamente felices.
* Segunda visión de la Jerusalén Celestial: el Templo que viene de Dios.
Para describir la Jerusalén Nueva, Juan juntó las dos comparaciones que están en el centro de la Biblia: las Bodas y el Templo. Aquí, después de hablar de la "Jerusalén que baja embellecida como una novia para su esposos" ( ver 19,7 y 21,2), desarrolla la imagen del Templo. El Templo expresa el anhelo de la humanidad de ver a Dios presente en medio de ella. Ya no se necesitan templos las sombras han sido sustituidas por la realidad. Dios está en medio de los suyos en forma visible y permanente.
Ancho, largo, alto son iguales (v. 16) Ciudad construida como una pirámide perfecta: perfecta y definitiva. La muralla, símbolo de seguridad: ya no hay miedo ninguno, ni siquiera el temor oculto en cada hombre, temor al sentir que la vida se va. El resplandor de la ciudad es de jaspe, y de jaspe es su primera base: el jaspe, color de Dios en el capítulo 4.
En las puertas hay ángeles: esto quiere decir que las entradas son espirituales. La muralla de santidad y de verdad reposan sobre los apóstoles: la verdad del Mundo Nuevo ya estaba contenida en las palabras, o sea, el testimonio de los apóstoles de Jesús. La ciudad definitiva es el término de la larga peregrinación de los hombres, la anhelaban sin conocerla los justos, los pobres, los misericordiosos y los que lloran: las naciones caminarán a su luz.
En el paraíso había una fuente de vida. Perdida por el pecado, los hombres siempre la buscaron. Ezequiel ya sabia que el agua viva es el Espíritu de Dios, y Jesús la prometió a la Samaritana. Ahora sale del seno de Dios-Trinidad, del trono de Dios y del Cordero.
Y reinarán por los siglos (22,5). Es la última palabra, y es la séptima vez que lo dice el Apocalipsis
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