2 Nosotros también recibimos una Buena Nueva, igual que ellos. Pero el mensaje que oyeron no les sirvió de nada, porque no tuvieron fe en esas palabras, 3 y los que han de entrar en el Descanso somos nosotros, los que hemos creído, según ya se dijo: “Por eso me enojé y declaré con juramento: No, no entrarán en mi Descanso”.
Aquí se trata del Descanso de Dios, que descansa después de sus obras en el principio del mundo. 4 En alguna parte la Escritura dice a propósito del día séptimo: Y Dios descansó el séptimo día de todas sus obras. 5 Y en el lugar antes citado: No entrarán en mi descanso
6 Sabemos entonces que algunos entrarán en el descanso y que los que recibieron primero la Buena Nueva no entraron por causa de su desobediencia. 7 Por esta razón Dios fija nuevamente un día que llama Hoy, diciendo por boca de David, después de tan largo tiempo, lo que se recordó más arriba: Ojalá hoy escuchen la voz del Señor; no se hagan duros de corazón.
8 Cuando Josué hizo entrar a los israelitas a Palestina no fue ése el Descanso: de lo contrario Dios no habría indicado posteriormente otro día. 9 Es entonces claro que algún Descanso, algún día séptimo está reservado todavía al pueblo de Dios; 10 el que entre en el Descanso de Dios, descansa de todas sus obras, como Dios descansa de las suyas.
11 Esforcémonos, pues, para entrar en ese Descanso, y nadie conozca la suerte de los desobedientes de que hablamos. 12 En efecto, la Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, sondeando los huesos y los tuétanos para probar los deseos y los pensamientos más íntimos. 13 Toda criatura es transparente ante ella; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de Aquel al que debemos dar cuentas.
Cristo es nuestro Sumo Sacerdote
14 Tenemos nosotros un Sumo Sacerdote muy superior a los otros, que ha entrado en el mismo cielo: éste es Jesús, el Hijo de Dios. Mantengámonos, pues, firmes en la fe que profesamos. 15 Nuestro Sumo Sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, por haber sido sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero que, a él, no lo llevaron al pecado. 16 Por lo tanto, acerquémonos a Dios, dispensador de la gracia; conseguiremos su misericordia y, por su favor, recibiremos ayuda en el momento oportuno.
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