6 1 Tengan cuidado de no hacer el bien delante de los hombres, para que los vean; de lo contrario, el Padre celestial, Padre de Ustedes, no les dará ningún premio. 2 Por eso, cuando des limosna, no lo publiques al son de trompetas, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo les digo que ya recibieron su premio.
3 Tú, en cambio, cuando das limosna, no debe saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4 cuida que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve los secretos, te premiará.
5 Cuando recen no hagan como los hipócritas, que gustan orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los hombres los vean. Ellos ya recibieron su premio.
6 Tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y reza a tu Padre que comparte tus secretos, y tu Padre, que ve los secretos, te premiará. 7 Al orar no multipliquen las palabras, como hacen los paganos que piensan que por mucho hablar serán atendidos. 8 Ustedes no recen de ese modo, porque antes que pidan, el Padre sabe lo que necesitan.
El Padre Nuestro
(Lc 11,1 Mc 11,25)
9 Ustedes, pues, oren de esta forma:
Padre nuestro, Padre de los Cielos, santificado sea tu Nombre,
10 venga tu reino,
hágase tu voluntad:
en la tierra como en el Cielo.
11 Danos hoy el pan de este día
12 y perdona nuestras deudas,
como nosotros perdonamos a nuestros deudores,
13 y no nos dejes caer en la prueba,
sino que líbranos del Malo.
14 Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre celestial los perdonará. 15 En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
16 Cuando ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que se desfiguran la cara para mostrar a todos que ayunan. Les aseguro que ya recibieron su recompensa. 17 Tú, cuando ayunes, perfúmate el cabello y no dejes de lavarte la cara, 18 porque no son los hombres quienes deben darse cuenta de que tú ayunas, sino tu Padre que está en el secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te premiará.
(Lc 11,34; 12,33)
19 No se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el gusano los echan a perder y donde los ladrones rompen el muro y roban. 20 Acumulen tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el gusano los echan a perder, ni hay ladrones para romper el muro y robar. 21 Pues donde están tus riquezas, ahí también estará tu corazón.
22 Tu ojo es tu lámpara. Si tu ojo es limpio, toda tu persona aprovecha la luz. Pero, si es borroso, toda tu persona estará en la confusión. 23 Si lo que había de luz en ti se volvió confusión, ¡cómo serán tus tinieblas!
Poner su confianza en Dios y no en el dinero
(Lc 12,22; 16,13)
24 Ningún servidor puede quedarse con dos patrones, porque verá con malos ojos al primero y amará al otro, o bien preferirá al primero y no le gustará el segundo. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero.
25 Por eso les digo: No anden preocupados por su vida: ¿qué vamos a comer?, ni por su cuerpo: ¿qué ropa nos pondremos? ¿No es más la vida que el alimento y el cuerpo más que la ropa? 26 Miren cómo las aves del cielo no siembran, ni cosechan, ni guardan en bodegas, y el Padre celestial, Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes más que las aves?. 27 ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede alargar su vida? 28 Y ¿por qué preocuparse por la ropa?¡Miren cómo crecen los lirios del campo! No trabajan ni tejen, 29 pero créanme que ni Salomón con todo su lujo se puso traje tan lindo. 30 Y si Dios viste así a la flor del campo que hoy está y mañana se echará al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
31 ¿Por qué, pues, tantas preocupaciones? ¿Qué vamos a comer?, o ¿qué vamos a beber?, o ¿con qué nos vestiremos? 32 Los que no conocen a Dios se preocupan por esas cosas. Pero el Padre de ustedes sabe que necesitan todo eso. 33 Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y esas cosas vendrán por añadidura. 34 Ni se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupará de sí mismo. Basta con las penas del día.
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