(Mt 24,1 Lc 21,5; 19,41; 17,23)
13 1 Cuando Jesús salió del templo, uno de sus discípulos le dijo: “Maestro, mira qué inmensas piedras y qué construcciones.” 2 Jesús le respondió: “¿Ves estas grandes construcciones? No quedará de ellas piedra sobre piedra. Todo será destruido.”
3 Poco después, Jesús se sentó en el cerro de los Olivos, frente al Templo. Entonces Pedro, Santiago, Juan y Andrés 4 le preguntaron aparte: “Dinos cuándo sucederá esto y cuál será la señal de que todas estas cosas llegan a su fin.”
5 Y Jesús empezó a hablar: “Fíjense bien que nadie los engañe, 6 porque muchos vendrán en mi lugar, y dirán: “Yo soy el que esperaban.” Y engañarán a muchos. 7 Cuando oigan hablar de guerras y de rumores de guerras, no se alarmen, porque esto tiene que pasar, pero todavía no es el fin. 8 Una nación luchará contra la otra, y pueblo contra pueblo, habrá terremotos y hambre en diversos lugares; en esto reconocerán los primeros dolores del parto.
9 Pero ustedes preocúpense de sí mismos, porque van a ser entregados a los tribunales judíos; ustedes serán azotados en las sinagogas y tendrán que presentarse ante los gobernadores y reyes por mi causa, para ser mis testigos ante ellos. 10 Porque es necesario que la Buena Nueva se proclame por todo el mundo, siendo esto el comienzo de todo.
11 Por tanto, cuando los lleven y los entreguen a los tribunales, no se preocupen por lo que van a decir; sino que digan lo que se les inspire en ese momento. Porque no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu Santo. 12 El hermano entregará a la muerte al hermano y el padre al Hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y les darán muerte. 13 Y ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará.
14 Cuando vean al ídolo del opresor instalado en el lugar donde no debe estar (el que lea, que entienda bien), entonces, que los que estén en Judea huyan a los cerros. 15 Si estás en la parte superior de la casa, no bajes a recoger tus cosas. 16 Si estás en el campo, no vuelvas a buscar tus ropas. 17 ¡Pobres de las mujeres que estén embarazadas o estén criando en aquellos días! 18 Oren para que esto no suceda en invierno.
19 Porque en aquellos días habrá una angustia como no hubo otra igual desde el principio de la creación hasta los días presentes, ni la habrá en el futuro. 20 Tanto que si el Señor no acortara esos días, nadie se salvaría. Pero él ha decidido acortar esos días en consideración a sus elegidos.
21 Entonces, si alguien les dice: Mira, el Cristo está aquí o allá, no le crean. 22 Ya que aparecerán falsos mesías y falsos profetas, que harán señales y prodigios con el fin de engañar, aun a los elegidos, si esto fuera posible. 23 Ustedes pues, estén preparados de antemano se lo he advertido todo.
Venida del Hijo del Hombre
(Mt 24,29, Lc 21,25)
24 Ahora bien, pasando a esos otros días, después de esa angustia, el sol no alumbrará, la luna perderá su brillo, 25 las estrellas caerán del cielo y el universo entero se conmoverá. 26 Y verán al Hijo del Hombre viniendo en medio de las nubes, conmucho poder y gloria. 27 Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos, de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 Aprendan este ejemplo de la higuera: cuando sus ramas están tiernas y le brotan las hojas, saben que el verano está cerca. 29 Así también ustedes, cuando vean todo esto, comprendan que ya está cerca, a las puertas. 30 Les aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. 31 Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán.
32 Pero, en cuanto se refiere a este Día o a esta Hora, no lo sabe nadie, ni los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, solo el Padre
(Mt 24,42; 25,13 Lc 12,32; 21,34)
33 Estén preparados y vigilando, ya que no saben cuál será el momento. 34 Cuando un hombre sale al extranjero, dejando su casa al cuidado de sus sirvientes, cada cual con su oficio, al portero le manda estar despierto. 35 Lo mismo ustedes, estén despiertos, ya que no saben cuándo regresará el dueño de casa. Puede ser al atardecer; o a medianoche, o al canto del gallo, o de madrugada. 36 No sea que llegue de repente y los encuentre dormidos.
37 Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos, estén despiertos.”
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