(Mc 3,13 Lc 6,12)
10 1 Jesús, pues, llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar a los demonios y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.
2 Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago y Juan, hijos de Zebedeo; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo; 4 Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el que lo traicionó.
Jesús envía a los primeros misioneros
(Lc 9,1; 10,1 Mc 6,8)
5 Estos son los Doce que Jesús envió con las instrucciones siguientes: “No vayan a tierras extranjeras ni entren en ciudades de los samaritanos, 6 sino que primero vayan en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
7 Mientras vayan caminando, proclamen que el Reino de Dios se ha acercado. 8 Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Den gratuitamente, puesto que recibieron gratuitamente. 9 No traten de llevar ni oro, ni plata, ni monedas de cobre, 10 ni provisiones para el viaje. No tomen más ropa de la que llevan puesta; ni bastón ni sandalias. Porque el que trabaja tiene derecho a comer.
11 En todo pueblo o aldea en que entren, vean de qué familia hablan en bien y quédense ahí hasta el momento de partir.
12 Al entrar en la casa, pidan la bendición para ella. 13 Si esta familia merece la paz, la recibirá; y si no la merece, la bendición volverá a ustedes.
14 Donde no los reciban, ni los escuchen salgan de esa familia o de esa ciudad, sacudiendo el polvo de los pies. 15 Yo les aseguro que esa ciudad, en el día del Juicio, será tratada con mayor rigor que Sodoma y Gomorra. 16 Fíjense que los envío como ovejas en medio de lobos. Por eso tienen que ser astutos como serpientes y sencillos como palomas.
Los testigos de Jesús serán perseguidos
(Lc 12,11 Mc 13,19; 4,22; 8,38)
17 Cuídense de los hombres: a ustedes los arrastrarán ante las autoridades, y los azotarán en las sinagogas. 18 Por mi causa, ustedes serán llevados ante los gobernantes y los reyes, teniendo así loa oportunidad de dar testimonio de mí ante ellos y los paganos.
19 Cuando los juzguen, no se preocupen por lo que van a decir ni cómo tendrán que hacerlo; en esa misma hora se les dará lo que van a decir. 20 Pues no van a ser ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
21 Entonces, un hermano denunciará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se sublevarán contra sus padres y los matarán. 22 A causa de mi Nombre, ustedes serán odiados por todos, pero el que se mantenga firma hasta el fin se salvará.
23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Créanme que no terminarán de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre.
24 El discípulo no es más que su maestro, ni el sirviente es más que su patrón. 25 Es ya bastante que el discípulo sea como su maestro y el sirviente como su patrón. Si al dueño de casa lo han llamado demonio, ¡qué no dirán de su familia! 26 Pero no los teman por eso.
No hay cosa oculta que no venga a descubrirse; ni hay secreto que no llegue a saberse. 27 Así, pues, lo que les digo a oscuras, repítanlo a la luz del día, y lo que les digo al oído, grítenlo desde los techos.
28 No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede echar el alma y el cuerpo al infierno. 29 ¿Cuánto valen dos pajaritos? Algunos centavos, ¿no es cierto? Y, sin embargo, no cae a tierra ni uno solo, si no lo permite el Padre. 30 Entonces no teman, pues hasta los cabellos de sus cabezas están contados; 31 con todo ustedes valen más que los pajaritos.
32 Al que me reconozca delante de los hombres, y o lo reconoceré delante de mi Padre que está en los Cielos. 33 Y al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.
34 No piensen que vine a traer la paz a la tierra; no vine a traer la paz, sino la espada. 35 Vine a poner al hijo en contra de su padre; a la hija en contra de su madre, y a la nuera, en contra de su suegra. 36 Cada cual encontrará enemigos en su propia familia. 37 No es digno de mí el que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí el que ama a su hijo o a su hija más que a mí. 38 No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme. 39 El que procure salvar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida por mí, la hallará.
40 El que los recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa digna de un profeta. 41 El que recibe a un hombre bueno por ser bueno, recibirá la recompensa que corresponde a un hombre bueno. 42 Lo mismo, el que dé un vaso de agua fresca a uno de los míos, porque es discípulo mío, yo les aseguro que no quedará sin recompensa.”
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