(Mc 4,1 Lc 8;,4; 10,23; 13,26)
13 1 En ese día, saliendo Jesús de la casa, fue y se sentó a la orilla del lago.
2 Pero se juntaron alrededor de él tantas personas que prefirió subir a una barca, donde se sentó mientras toda la gente estaba en la orilla. 3 Jesús les habló de muchas cosas mediante comparaciones. Les decía:
“El sembrador ha salido a sembrar; 4 al ir sembrando, unos granos cayeron cerca del camino; vinieron las aves y se los comieron. 5 Otros granos cayeron entre piedras y, como había poca tierra, brotaron pronto. 6 Pero, cuando salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. 7 Otros granos cayeron entre espinos, crecieron los espinos y los ahogaron. 8 Otros, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron, unos el ciento, otros el sesenta, y los otros el treinta por uno. 9 El que tenga oídos, que entienda.”
10 Los discípulos se le acercaron para preguntarle: “¿Por qué les hablas con parábolas?”
11 Jesús respondió: “Porque a ustedes se les ha permitido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. 12 Porque, al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce, se le quitará aun lo que tiene. 13 Por eso les hablo con parábolas, porque cuando miran no ven, y cuando oyen, no escuchan ni entienden, 14 Y se verifica en ellos lo que escribió el profeta Isaías: Oirán, pero no entenderán, y, por más que miren, no verán.
15 Porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y taponado sus oídos. Con el fin de no ver, ni de oír, ni de comprender con el corazón. No quieren convertirse ni que yo lo salve.
16 Al contrario, dichosos ustedes porque ven y oyen. 17 Yo les aseguro que muchos profetas y muchos santos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.
18 Escuchen ahora la explicación del sembrador:
19 Cuando uno oye la Palabra del reino, pero no la escucha con atención, viene el Malo y le arranca lo que encuentra sembrado en el corazón; esto es lo sembrado en la orilla del camino.
20 Lo sembrado en tierra pedregosa es la persona que al principio oye la Palabra con gusto, 21 pero no tiene raíces y dura poco. Al sobrevenir las pruebas y la persecución por causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe. 22 Lo sembrado entre espinos es la persona que oye la Palabra, pero las preocupaciones materiales y la ceguera propia de la riqueza ahogan la Palabra y no puede producir fruto.
23 Por el contario, lo sembrado en tierra buena es el hombre que oye la Palabra, la medita y produce fruto: el ciento, el sesenta y el treinta por uno.”
El trigo y la hierba mala
24 Les propuso otro ejemplo: “El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25 Pero, cuando todos estaban durmiendo, vino su enemigo y sembró maleza en medio del trigo. 26 Cuando el trigo estaba echando espigas, apareció la maleza. 27 Entonces los trabajadores fueron a decirla al patrón: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tucampo? ¿de dónde, pues, viene otra maleza?
28 Respondió el patrón: “Eso es obra de un enemigo.” Los obreros le preguntaron: “¿Quieres que la arranquemos?”
29 No, dijo el patrón, no sea que al arrancar la maleza arranquen también el trigo. 30 Dejen crecer juntos el trigo y la maleza. Cuando llegue el momento de la cosecha, yo diré a los segadores: Corten primero la maleza y en atados échenla al fuego, y después guarden el trigo en las bodegas.”
El grano de mostaza
(Mc 4,30 Lc 13,18)
31 Jesús les propuso otro ejemplo: “El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
32 Este grano es muy pequeño, pero, cuando crece, es la más grande de las plantas del huerto y llega a hacerse arbusto, de modo que las aves del cielo se posan en sus ramas.”
33 Y añadió esta parábola: “El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que toma una mujer y la mezcla con tres medida de harina, hasta que todo fermenta.”
34 Todo esto, lo dijo Jesús al pueblo en parábolas, y no les hablaba sino en parábolas. 35 Así se cumplía lo que dijo el Profeta: Hablaré con parábolas; daré a conocer cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
36 Jesús entonces despidió a sus oyentes y se fue a casa, rodeado de sus discípulos. Estos le dijeron: “Explícanos la parábola de la maleza sembrada en el campo.
37 Jesús les dijo: “El que siembra la semilla buena es el Hijo del Hombre. 38 El campo es el mundo. La buena semilla son los que pertenecen al reino. La mala hierba es la gente del demonio. 39 El enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo. Los segadores son los ángeles.
40 Así como se recoge la maleza y se quema, así será al fin del mundo.
41 El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles para que quiten de su Reino todos los escándalos y saquen a los malvados. 42 Y los arrojarán en el horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 43 Al mismo tiempo, los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda.
El tesoro, la perla, la red
44 El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre lo vuelve a esconder y, de tanta alegría, vende todo lo que tiene para comparar ese campo.
45 El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas. 46 Si llega a sus manos una perla de gran valor, vende cuanto tiene, y la compra.
47 El Reino de los Cielos es semejante a una red que se echa al mar y recoge peces de todas clases. 48 Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla. Ahí se sientan, escogen los peces buenos y los echan en canastos, y tiran lo que no se pueden comer. 49 Así pasará al fin del mundo; vendrán los ángeles y separarán a los malos de los buenos 50 y los arrojarán al horno ardiente, donde habrá llanto y desesperación.”
51 Preguntó Jesús: “¿Entendieron bien todas estas cosas?” Ellos le respondieron: “Sí.” 52 Entonces, Jesús añadió: “Todo maestro de la Ley que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos se parece a un padre de familia que, de sus reservas, va sacando cosas nuevas y cosas antiguas.”
53 Una vez que terminó, estos ejemplos, se fue de allí. 54 Y, al pasar por su tierra de Nazaret, se puso a enseñar en una sinagoga, de tal manera que la gente, maravillada, se preguntaba: “¿De dónde le ha llegado tanta sabiduría y ese poder de hacer milagros? 55 No es el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? 56 Y sus hermanas, ¿no están todas viviendo entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?” No creían en él, todo lo contrario.
57 Pero Jesús les dijo: “A un profeta sólo lo desprecian en su tierra y en su familia.”
58 Y como no creían en él, hizo allí pocos milagros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario