2 En el libro del profeta Isaías está escrito: “Ahora mando a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino. 3 Escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.”
4 Y así sucedió: Juan el Bautista se presentó en el desierto. Y predicaba al pueblo, hablando de bautismo y de conversión para alcanzar el perdón de los pecados. 5 Acudía a él gente de toda la región de Judea, y todos los habitantes de Jerusalén. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán.
6 Juan llevaba un vestido hecho de pelos de camello con un cinturón de cuero, y comía langostas y miel de abeja silvestre. 7 Juan decía muy claro: “Detrás de mí viene otro mucho más grande que yo y no me atrevería, ni siquiera de rodillas, a desatar la correa de su calzado. 8 Pues yo los bauticé con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo.”
9 En esos días, Jesús vino de Nazaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el río Jordán. 10 Cuando salió del agua, los Cielos se rasgaron para él vio al Espíritu Santo que bajaba sobre él como paloma. 11 Y del Cielo llegaron estas palabras: “Tú eres mi Hijo, el Amado; tú eres mi Elegido.”
12 En seguida el Espíritu lo empujó al desierto. 13 Allí permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre los animales salvajes, pero los ángeles le servían.
Jesús llama a sus cuatro primeros discípulos
(Mt 4,12 Lc 4,14)
14 Después que tomaron preso a Juan, Jesús fue a la provincia de Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios. 15 Hablaba en esta forma: “El plazo está vencido, el Reino de Dios se ha acercado. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva.” 16 Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea. Ahí estaban Simón y su hermano Andrés, echando sus redes en el mar, porque eran pescadores. 17 Jesús los vio y les dijo: “Síganme, que yo los haré pescadores de hombres.” 18 Y con eso, dejaron sus redes y empezaron a seguirlo.
19 Poco más allá, Jesús vio a Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan. También ellos estaban en su barca y arreglaban las redes. 20 De inmediato Jesús los llamó, y partieron tras él, dejando a su padre Zebedeo, en la barca con los ayudantes.
Jesús enseña y sana a un endemoniado
(Lc 4,31 Mt 7,28)
21 Fueron hasta Cafarnaún. Allí Jesús empezó a comunicar su doctrina en las asambleas del día sábado, en la Casa de Oración. 22 Su manera de enseñar impresionaba mucho por que hablaba como quien tiene autoridad: era todo lo contrario de los maestros de la Ley.
23 En una ocasión se encontraba en esta sinagoga un hombre que estaba en poder de un espíritu malo. Y se puso a gritar: 24 “¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a derrocarnos? Yo te reconocido, Tú eres el Santo de Dios.”
25 Jesús le hizo frente con autoridad: 26 “¡Cállate y sal de este hombre!” El espíritu malo hizo revolcarse al hombre en el suelo y lanzó un grito tremendo, pero luego salió.
27 Entonces el asombro de todos fue tan grande que se preguntaban unos a otros:”¿Qué es esto? ¡Con qué seguridad enseña esta nueva doctrina! Incluso le obedecen los espíritus malos.” 28 A raíz de esto, la fama de Jesús se extendió por todo el territorio de Galilea.
(Mt 8,14 Lc 4,38)
29 Cuando la gente salió de la Casa de Oración, Jesús se vino a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, por lo que, muy luego, le hablaron de ella. 31 Jesús se acercó y la levantó, tomándola de la mano. Se le quitó la fiebre, y, luego, se puso a atenderlos.
32 Pero al atardecer, cuando el sol se ponía, ya estaban trayendo a Jesús todos los enfermos y las personas con espíritus malos; 33 el pueblo estaba ahí reunido, delante de la puerta. 34 Jesús sanó a muchos enfermos con dolencias de toda clase; también echó a muchos demonios; pero no los dejaba hablar, porque sabían quién era.
Oración nocturna de Jesús
(Lc 4,42)
35 De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y fue, a un lugar solitario, donde se puso a orar.
36 Simón y sus compañeros fueron a buscarlo y, 37 cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te buscan.” 38 Y él les contestó: “Sigamos más allá y vamos a los pueblecitos vecinos, y yo predicaré también allí. He salido para esto precisamente.”
39 Jesús, pues, empezó a visitar las Casas de oración que había en esos lugares y recorrió toda Galilea: predicaba y echaba a los demonios.
Curación de un leproso
(Mt 8,2 Lc 5,12)
40 Se le acercó un leproso que se arrodilló y suplicó a Jesús: “Si quieres, puedes limpiarme.” 41 Jesús tuvo compasión, extendió la mano, lo tocó y le dijo: “Yo lo quiero, queda limpio.” 42 Al instante se le quitó la lepra y quedó sano.
43 Entonces Jesús lo despidió, pero le mandó enérgicamente. 44 “No se lo digas a nadie; preséntate al sacerdote y le darás por tu purificación lo que ordena la Ley de Moisés. Así comprobarán lo sucedido.”
Pero el hombre, en cuanto salió, empezó a hablar y a contar detalladamente todo el asunto. 45 Resultó que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras en lugares apartados. Pero de todas partes llegaban a donde él estaba.
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