(Lc 14,15)
22 1 Jesús siguió poniéndoles ejemplos:
2 “Pasa en el Reino de los Cielos lo que le sucedió a un rey que celebró las bodas de su hijo. 3 Mandó a los servidores a llamar a los invitados a las bodas, pero éstos no quisieron venir
4 Por segunda vez despachó a otros criados, con orden de decir a los invitados: Tengo listo el banquete, hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto; vengan, pues, a las bodas. 5 Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. 6 Los demás tomaron a los criados del rey, los maltrataron y los mataron.
7 El rey se enojó y enviando a sus tropas, acabó con aquellos asesinos y les incendió la ciudad. 8 Después dijo a sus servidores. El banquete de bodas está preparado, pero los que habían sido invitados no eran dignos. 9 Vayan, pues, a las esquinas de las calles y conviden a la boda a todos los que encuentren.
10 Los criados salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que hallaron, malos y buenos, de modo que la sala quedó llena de invitados.
11 El rey entró después a ver a los que estaban sentados a la mesa, y se fijó en un hombre que no estaba vestido con traje de fiesta. 12 Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de fiesta? Pero el otro se quedó callado.
13 Entonces el rey dijo a sus servidores: Amárrenlo de pies y manos y échenlo fuera, a las tinieblas, donde no hay sino llanto y desesperación.
14 Sepan que muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.”
El impuesto debido al César
(Mc 12,13 Lc 20,20)
15 Los fariseos hicieron consejo para ver el medio de hundir a Jesús con sus propias palabras. 16 Le enviaron, pues, discípulos suyos junto con algunos partidarios de Herodes.
Estos le dijeron: “Maestro, sabemos que hablas siempre con sinceridad y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la más pura verdad; no te preocupas de quién te oye ni te dejas influenciar por él. 17 Danos, pues, tu parecer: ¿está permitido o no pagar el impuesto al César?”
18 Jesús comprendió su maldad y les contestó: “Hipócritas, ¿por qué me ponen trampas? 19 Muéstrenme la moneda con que se paga el impuesto.”
Ellos, pues, mostraron un denario, 20 y Jesús les dijo: “¿De quién es esta cara y el nombre que está escrito?” Contestaron: “Del César.” 21 Entonces Jesús replicó: “Por tanto, den al César lo que es del César y a Dios lo que a Dios corresponde.”
22 Con esta respuesta quedaron muy sorprendidos. Lo dejaron y se fueron.
La resurrección de los muertos
(Mc 12,18 Lc 20,27)
23 Ese mismo día vinieron a él algunos de los saduceos. Estos no creen en la resurrección de los muertos y, por eso, le propusieron este caso:
24 “Maestro, Moisés dijo que si alguno muere y no tiene hijos, su hermano debe casarse con al viuda para darle un hijo, que será el heredero del difunto. 25 Sucedió que había entre nosotros siete hermanos. Se casó el mayor y murió; y como no tenía hijos, dejó su mujer a un hermano. 26 Lo mismo pasó con el segundo y el tercero, hasta el séptimo. 27 Y, después, de todos ellos, murió también la mujer. 28 Ahora bien, cuando venga la resurrección de los muertos, ¿de cuál de los siete hermanos será esposa esta mujer, ya que lo fue de todos?”
29 Jesús contestó: “Ustedes andan muy equivocados, al no entender ni las Escrituras ni el poder de Dios. 30 Porque, primeramente, en la resurrección de los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el Cielo.
31 Y, en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no se han fijado en esto que Dios les ha dicho: 32 Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.”
33 El pueblo que lo oía estaba asombrado de sus enseñanzas.
34 Los fariseos vieron cómo Jesús había dejado callados a los saduceos y se pusieron de acuerdo para juntarse con él. 35 Uno de ellos, un maestro de la Ley, trató de probarlo con esta pregunta: 36 “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?” 37 Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. 38 Este es el primero y el más importante de los mandamientos. 39 Y después viene otro semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos.”
El Mesías, hijo de David
(Mc 12,35 Lc 20,41)
41 Mientras estaban allí reunidos los fariseos, 42 Jesús les preguntó: “¿Qué piensan de Cristo? ¿De quién debe ser hijo?” Contestaron: “Será hijo de David.”
43 Jesús agregó esta otra pregunta: “¿Cómo entonces David, inspirado por Dios, llama al Cristo su Señor? 44 Pues dice en un salmo: El Señor ha dicho a mi Señor; Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies.”
45 Si David lo llama señor, ¿cómo entonces es hijo suyo?” Pero nadie pudo contestarle ni una palabra. 46 Desde ese día, no hubo quien se atreviera a hacerle más preguntas.
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