(Mc 7,1)
15 1 entonces se acercaron a Jesús algunos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén. 2 Y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antigüos? En efecto, no se lavan las manos antes de comer.”
3 “Y ustedes –replicó Jesús-, ¿por qué quebrantan un mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones? 4 Pues Dios dijo: Cumple tus deberes con tu padre y con tu madre. Y el que maldiga a su padre o a su madre debe ser condenado a muerte. 5 En cambio ustedes afirman que un hombre puede decir a su padre o a su madre: No puedo ayudarte porque todo lo mío lo tengo destinado al Templo. 6 En este caso, según ustedes, esta persona queda libre de sus deberes con su padre y su madre. Y así ustedes han anulado la orden de Dios en nombre de sus tradiciones.
7 ¡Hipócritas! Isaías profetizó exactamente de ustedes, cuando dijo: 8 Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. 9 El culto que me rinden no sirve de nada, y sus enseñanzas no son más que mandatos de hombres.”
Mancha al hombre lo que sale de él
(Mc 7,14 Lc 6,39)
10 Después, Jesús hizo acercarse a la gente y les dijo: “Escuchen y entiendan: 11 lo que entra por la boca no hace impuro al hombre, pero sí mancha al hombre lo que sale de su boca.”
12 Entonces los discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Sabes que los fariseos se escandalizan al oírte hablar así?” 13 Jesús respondió: “Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. 14 ¡Déjenlos! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en un hoyo.”
15 Pedro, tomando la palabra, le dijo: “Explícanos esta comparación.” 16 Jesús le respondió: “¿Ni siquiera ustedes son capaces todavía de entender esto? 17 ¿No comprenden que todo lo que entra por la boca va a parar al vientre y después sale del cuerpo, 18 mientras que lo que sale de la boca viene del corazón, y eso es lo que hace impuro al hombre?
19 En efecto, del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos, mentiras, chismes. 20 Esas son las cosas que hacen impuro al hombre; pero comer sin lavarse las manos, eso no hace impuro al hombre.”
Jesús sana a la hija de una pagana
(Mc 7,24)
21 Jesús se apartó hacia la región fronteriza con Tiro y Sidón. 22 Pues bien, una mujer cananea, que había salido de esos territorios, lo fue a ver y se puso a gritar; “Señor, hijo de David, ten compasión de mí: mi hija es atormentada por un demonio.” 23 Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Despáchala: mira como grita detrás de nosotros.”
24 Jesús contestó: “No fui enviado sino a las ovejas perdideas del pueblo de Israel.”
25 Pero la mujer se acercó a Jesús y arrodillándose ante él, le dijo: “Señor, socórreme.” 26 Jesús le contestó: “No se debe echar a los perros el pan de los hijos.” 27 “Es verdad, Señor, contestó la mujer, pero los perritos comen las migas que caen de la mesa de sus patrones.” 28 Entonces Jesús le contestó: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo.” Y en ese momento quedó sana su hija.
Segunda multiplicación del pan
(Mc 7,31)
29 Desde allí pasó Jesús a la orilla del mar de Galilea y , subiendo a un cerro, se sentó en ese lugar. 30 Un pueblo muy numeroso se acercó a él, trayendo mudos, ciegos, cojos, mancos y personas con muchas otras enfermedades. Los pusieron a sus pies y él los sanó. 31 Al ver que los mudos hablaban, que los cojos andaban y que los ciegos veían, todos se quedaron asombrados, por lo que daban gloria al Dios de Israel.
32 Jesús reunió a sus discípulos y les dijo: “Me da compasión este pueblo: hace tres días que me siguen y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque se desmayarían en el camino.” 33 Pero sus discípulos le respondieron: “¿Y dónde hallaremos bastantes panes en ese desierto, para alimentar a tanta gente?” 34 Jesús les dijo: “¿Cuántos panes tienen?” Respondieron: “Siete y algunos pescaditos.”
35 Entonces, Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo.
36 Y él, tomando los siete panes y los pescaditos, da gracias a Dios. En seguida los parte y los da a sus discípulos y éstos los reparten al pueblo. 37 Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos de los pedazos que sobraron. 38 Los que comieron fueron cuatro mil hombres, sin contar las mujeres ni los niños. 39 Después, Jesús despidió a la muchedumbre, subió a la barca y pasó a la región de Magadán.
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