(Mt 17,1 Lc 9,28)
9 1 Jesús les decía también: “Yo les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto descender el reino de Dios con todo su poder.”
2 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó aparte, ellos solos, a un monte muy alto. Y allí cambió de aspecto delante de ellos. 3 sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas de ese modo. 4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, los cuales conversaban con Jesús.
5 Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bueno que estamos aquí!; levantemos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” 6 En realidad, no sabía lo que decía, porque estaban aterrados. 7 En eso se formó una nube que los cubrió con su sombra, y desde la nube llegaron estas palabras: “Este es mi Hijo amado: a él han de escuchar.” 8 Y de pronto, como miraron a su alrededor, no vieron ya a nadie; sólo Jesús estaba con ellos.
9 Cuando bajaban del cerro, les ordenó que no dijeran nada a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
La vuelta de Elías
11 Los apóstoles, sin embargo, objetaron a Jesús: “¿No dicen los maestros de la Ley que Elías ha de venia antes?” 12 Jesús les contestó: “Ya sabemos: Elías viene primero y deja todo reordenado… Pero entonces, ¿por qué dice la Biblia que el Hijo del Hombre sufrirá mucho y será despreciado?” 13 Yo les digo que Elías ya vino e hicieron con él todo lo que quisieron, como de él estaba escrito.”
Jesús sana a un joven epiléptico
(Mt 17,14 Lc 9,37; 17,6)
14 Cuando llegaron donde los discípulos, los vieron rodeados de muchísima gente y, en especial, de unos maestros de la Ley que discutían con ellos. 15 Al ver a Jesús, la gente quedó sorprendida y corrieron a saludarlo.
16 El les preguntó: “¿Qué estaban discutiendo con ellos?” 17 Y uno del gentío le respondió: “Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo, 18 que en cualquier momento se apodera de él y lo tira al suelo, y el niño echa espuma por la boca, rechina los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que echaran este espíritu, pero no pudieron.”
19 El les respondió: “¡Qué generación tan incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.” Y se lo trajeron.
20 Apenas vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al muchacho que, cayendo al suelo, se revolcaba echando espuma por la boca. 21 Entonces Jesús preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?” 22 Y él le contestó: “Desde niño. Y muchas veces el espíritu lo lanza al fuego y al agua para matarlo; por eso, si puedes hacer algo, ayúdanos, ten compasión de nosotros.”
23 Jesús le dijo: “¿Por qué dices: si puedes? Todo es posible para el que cree.” 24 Al instante, el padre gritó: “Creo, ¡pero ayuda mi poca fe!”
25 Y cuando Jesús vio que se amontonaba la gente, ordenó al espíritu malo: “Espíritu sordo y mudo, te mando que salgas y no entres más en él.” 26 Se oyó un grito tremendo; el espíritu lo sacudió y lo tiró al suelo antes de salir, dejándolo como muerto. Y muchos creyeron que había muerto. 27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie.
28 Cuando entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” 29 Y él les respondió: “Esta clase de demonios de ningún modo puede irse sino mediante la oración.”
Jesús anuncia otra vez su Pasión
(Mt 17,22 Lc 9,43)
30 Al salir de allí atravesaron la Galilea sin detenerse. Jesús quería que nadie lo supiera, 31 porque iba enseñando a sus discípulos. Y les decía: “El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, que le darán muerte; y a los tres días de muerto, resucitará.” 32 Pero ellos no entendían lo que les decía y tenían miedo de preguntarle.
Si alguno quiere ser el primero
(Mt 18,1 Lc 9,46; 18,17; 22,24)
33 Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, Jesús les preguntó: “¿Qué venían discutiendo por el camino?” 34 Ellos se quedaron callados, porque habían discutido entre sí cual era el más importante de todos.
35 Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último de todos y el servidor de todos.” 36 Y, tomando a un niño, lo puso entre ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: 37 “El que recibe a un niño como éste en mi Nombre, a mí me recibe, y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me envió.”
38 Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que no era de los nuestros y que hacía uso de tu Nombre para expulsar a los espíritus malos, pero se lo prohibimos porque no anda con nosotros.” 39 Jesús contestó: “No se lo prohíban, ya que nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.”
40 El que no está contra nosotros, está con nosotros. 41 Y cualquiera que les dé de beber un vaso de agua por ser discípulos de Cristo, les aseguro que no quedará sin recompensa.”
Si tu ojo es ocasión de pecado, sácatelo
(Mt 18,6; 5,13 Lc 17,1)
42 Si alguno hace tropezar y caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor sería para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar.
43 Y si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela. Pues es mejor para ti que entres con una sola manos en la Vida, que no con las dos ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. 44 Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo, 45 pues es mejor para ti que entres cojo en la Vida, que no con los dos pies ser arrojado a la gehenna. 46 Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo. 47 Pues es mejor para ti que entres con un solo ojo en el Reino de Dios, que no con los dos ser arrojado al infierno, 48 donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. 49 Pues el mismo fuego los conservará.
50 La sal es buena, pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se lo devolverán? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros.”
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