51 1 Te alabaré, Señor, mi Dios, Salvador mío. 2 Daré gracias a tu Nombre porque tú fuiste mi protector y mi apoyo, y tú libraste mi cuerpo de la muerte, del lazo de la lengua malvada y de los labios que forjan la mentira. Cuando me veía rodeado de enemigos, tú llegaste a socorrerme y me libraste.
3 Por tu gran misericordia y para gloria de tu Nombre, me libras de los dientes de aquellos que estaban listos para tragarme. Me rescataste de las manos de los que querían quitarme la vida y de todas las calamidades por que he pasado. 4 De la violencia de las llamas que me rodearon, y en medio del fuego no me quemé. 5 Me salvaste de las fuerzas oscuras de la muerte. 6 Me pusiste a salvo de los falsos testimonios y de las flechas de los calumniadores.
Mi alma llegó al borde de la muerte. Mi vida estuvo a punto de caer al infierno. 7 Me rodearon por todas partes y no había quien me prestara socorro: miraba buscando algún salvador, pero no había nadie. 8 Entonces me acordé de tu misericordia y de tus obras en el pasado, y de cómo salvas, Señor, a los que en ti esperan y los libras de sus enemigos.
9 Y elevé de la tierra mi súplica, llamé a Dios de las puertas de la muerte.
10 Clamé al Señor, padre de mi señor: “Tú eres el que me salva, no me abandones en el día de la prueba, cuando claman los orgullosos y no aparece el socorro, 11 Yo alabaré tu Nombre sin cesar y te cantaré una acción de gracias.”
12 El Señor escuchó mi oración. Tú me salvas de la ruina y me libras del momento malo. Por eso te daré gracias y te alabaré, y bendeciré el Nombre del Señor.
13 En mi juventud, antes de mis viajes, busqué sinceramente la sabiduría en la oración. 14 en la entrada del santuario la pedí y hasta el fin de mis días la buscaré.
15 Dio su flor, como racimo que madura, y mi corazón puso en ella su alegría. Mi pie avanzó por el camino recto, pues desde mi juventud seguí sus huellas.
16 Apenas empecé a prestarle mi oído, la recibí, y hallé en mí mucha instrucción.
17 Ella me ha hecho progresar, de lo que doy gracias a Aquel, que me la concedió; 18 pues decidí ponerla en práctica, busqué ardorosamente el bien y no me arrepentiré de ello. 19 Con ella luchaba; me esforzaba por cumplir toda la Ley; levantaba mis manos al cielo para lamentar mis faltas a su respecto.
20 Me apasioné por ella hasta unirme con ella cuando llegó el tiempo. Desde el principio adquirí con ella la inteligencia, ella no me abandonará. 21 Con todo mi ser la anhelé y la busqué, y adquirí la mejor parte.
22 En recompensa me dio el Señor el saber hablar; con ella quiero alabarlo. 23 Acérquense a mí, ignorantes, vengan a vivir en ala casa de la cultura. 24 ¿Por qué dicen que no la tienen, a pesar de tener tanta sed de ella? 25 Les digo con toda convicción: Adquiéranla sin dinero; 26 sometan la cerviz a su yugo, que sus almas reciban la instrucción, pues está muy cerca, al alcance de ustedes.
27 Vean con sus propios ojos que he penado poco para hallarme mucho descanso. 28 Participen de la instrucción por más que les cueste: porque con ella adquirirán un oro más precioso.
29 Que su alma halle su alegría en la misericordia del Señor, no se avergüencen de alabarlo.
30 Cumplan su obra antes que venga el tiempo, y cuando sea tiempo, él les dará la recompensa.
Dichoso quien se regocija en el Santo de Israel ...eterna es su misericordia 🙏
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