2 ¡Oh muerte, tu sentencia es bienvenida para el hombre pobre y sin fuerzas, para el anciano acabado, lleno de preocupaciones, que se rebela y pierde la paciencia!
3 No temas la sentencia de la muerte, recuerda a los que te precedieron y a los que te seguirán.
4 Es la ley que el Señor puso a toda carne; ¿por qué rebelarse contra la voluntad del Altísimo? Que vivas diez, cien o mil años; entre los muertos no te reprocharán lo que hayas vivido.
5 Los hijos de los pecadores, criados en casas de impíos, llegará a ser gente abominable. 6 Los hijos de los pecadores verán arruinada su herencia; su deshonra recaerá sobre su descendencia.
7 Los hijos reprocharán al padre impío porque por él están deshonrados.
8 Impíos, ¡ay de ustedes que abandonaron la Ley del Altísimo! 9 Cuando ustedes dan frutos, es para desgracia; cuando engendran hijos, es para aflicción; cuando ustedes tropiezan, el mundo se alegra; y cuando mueren, es para maldición.
10 Todo lo que viene de la nada vuelve a la nada; así van los impíos de la nada a la nada.
11 Los hombres se ponen tristes pensando que perecerá su cuerpo, pero hasta el nombre de los pecadores, por ser malo, se olvida.
12 Cuida tu buen nombre, porque quedará como un bien mejor que mil riquezas de oro.
13 Los días de una vida feliz son contados, pero el buen nombre permanece para siempre.
Verdadera y falsa vergüenza
14 Hijos míos, encuentren la paz en mis instrucciones. La sabiduría escondida y el tesoro invisible, ¿de qué sirven?
15 Vale más el hombre que disimula su estupidez que el que esconde su sabiduría.
16 Así, pues, avergüencense por lo que voy a decir, porque no es bueno avergonzarse por cualquier cosa y no todos tienen criterios para juzgar de todo.
17 Ante un padre y una madre avergüéncense de las relaciones culpables, y ante el jefe y el poderoso, de la mentira; 18 del delito, ante el juez y el magistrado; de la impiedad, ante la asamblea del pueblo.
Con un compañero o un amigo, ten vergüenza de actuar en forma injusta; 19 ante tus vecinos, ten vergüenza de robar y de violar un juramento o un compromiso.
20 Ten vergüenza de apoyar los codos sobre los panes, de no saber dar ni devolver; 21 de no contestar el saludo, de mirar con detención a una prostituta, de apartar el rostro de tu compañera, de adueñarte de lo ajeo o de lo que te regalan, de mirar mujer casada; 22 de intimidades con tu sirvienta, ¡no te acerques a su cama! De palabras hirientes delante de tus amigos; después de dar no lo representes.
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