(Mc 2,23 Mt 12,1 Mc 3,1)
6 1 Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas, las restregaban con sus manos y se las comían. 2 Al verlo, algunos fariseos les dijeron: “¿Por qué hacen ustedes lo que no está permitido hacer en día sábado?” 3 Jesús les respondió: “¿Ustedes no han leído lo que hizo David, cuando tuvo hambre, él y sus compañeros? 4 Pues que entró en la Casa de Dios, tomó los panes benditos, comió de ellos y les dio a sus compañeros. A pesar de que sólo los sacerdotes podían comer d ese pan.”
5 Y les decía: “El Hijo del Hombre tiene autoridad sobre el sábado.”
6 Pues bien, otro sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había ahí un hombre que tenía paralizada la mano derecha. 7 Los maestros de la Ley y los fariseos espiaban a Jesús para comprobar si hacía sanaciones en día sábado y, en ese caso, acusarlo. 8 Pero, Jesús conocía sus pensamientos. Dijo, pues, al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y ponte en medio de esa gente.” Este se levantó y permaneció de pie. 9 Entonces Jesús le dijo: “A ustedes les pregunto: ¿está permitido en día sábado hacerle bien a uno o dejarlo con su mal, salvar una vida o dejarla morir?” 10 Paseando entonces su mirada sobre todos ellos, dijo al hombre: “Extiende la mano.” Lo hizo y su mano quedó sana. 11 Pero ellos, furiosos, se consultaban qué podrían hacer en contra de Jesús.
Jesús elige a los Doce
(Mc 3,13 Mt 10,1)
12 En aquellos días se fue a orar a un cerro y pasó toda la noche en oración con Dios. 13 Al llegar el día, llamó a sus discípulos y de ellos escogió a doce, a los que llamó apóstoles: 14 Simón. Al que le puso por nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, apodado Zelote, 16 Judas, hermano de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
El discurso en el monte
(Mt 5-6-7)
17 Bajando con ellos, Jesús se detuvo en un llano. Con él estaba un grupo impresionante de discípulos procedente de toda Judea y de Jerusalén, como también de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. 18 Sanaba también a los atormentados por espíritus malos, 19 y toda esta gente trataba de tocarlo porque de él salía una fuerza que los sanaba a todos.
20 El, entonces, levantó los ojos hacia sus discípulos y dijo:
“Felices los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios.
21 Felices ustedes que ahora tienen hambre, porque serán satisfechos.
Felices ustedes que lloran, porque reirán.
22 Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre. 23 En ese momento alégrense y llénense de gozo, porque les espera una recompensa grande en el cielo. Por lo demás, ésa es la manera como trataron también a los profetas en tiempos de sus padres. 24 Pero, ¡pobre de ustedes, los ricos, porque ustedes tienen ya su consuelo!
25 ¡Pobres de ustedes que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre!
¡Pobres de ustedes que ahora ríen, porque van a llorar de pena!
26 ¡Pobres de ustedes cuando todos hablen bien de ustedes, porque de esa misma manera trataron a los falsos profetas en tiempos de sus antepasados!
El amor a los enemigos
(Mt 5,40)
27 Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, 28 bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. 29 Al que te golpea en una mejilla, preséntale la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. 30 Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames.
31 Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes.
32 Porque si ustedes aman a los que los aman ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman. 33 Y si hacen bien a los que les hacen bien ¿qué mérito tienen? También los pecadores obran así. 34 Y si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a pecadores para recibir de ellos igual trato.
35 Por el contario, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar algo en cambio. Entonces la recompensa será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores. 36 Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes. 37 No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. 38 Den, y se les dará; recibirán una medida bien llena, apretada y rebosante; porque, con la medida que ustedes midan, serán medidos”
39 Les dijo además esta comparación: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán juntos en el hoyo? 40 Pues el discípulo no es superior a su maestro; si se deja guiar, se parecerá a su maestro. 41 ¿Y por qué te fijas en la pelusa que tiene tu hermano en un ojo si no eres consciente de la viga que tienes en el tuyo? 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, deja que te saque la pelusa que tienes en tu ojo, siendo que tú no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad y podrás sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
43 No hay árbol bueno que dé una fruta mala, y el árbol que no es sano tampoco dará fruta buena. 44 Además, todo árbol se reconoce por su fruto. No se sacan higos de los espinos, ni de las zarzas se sacan uvas. 45 El hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene adentro, y el que es malo, de su fondo malo saca cosas malas; porque su boca habla de lo que abunda en el corazón.
46 ¿Por qué me llaman Señor, Señor, y no hacen lo que yo digo? 47 Les voy a decir a quién se parece el que viene a escuchar mis palabras y las practica. 48 Se parece a un hombre que, al construir su casa, cavó bien profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Vino una inundación y la corriente se precipitó sobre su casa, pero no pudo removerla porque estaba bien construida. 49 Por el contrario, el que escucha mi palabra, pero no la practica, se parece a un hombre que construye sobre tierra, sin cimientos. La corriente se precipitó sobre ella y enseguida se desmoronó, siendo grande el desastre de esa casa.”
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