2 1 En esos días, el emperador dictó una ley que ordenaba hacer un censo en todo el imperio. 2 Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de la Siria. 3 Todos iban a inscribirse a sus respectivas ciudades. 4 También José, como era descendiente de David, salió de la ciudad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, 5 para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
6 Cuando estaban en Belén, le llegó el día en que debía tener su hijo. 7 Y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en una pesebrera, porque no había lugar para ellos en la sala común.
8 En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. 9 El ángel del Señor se les apareció y los rodeó de claridad la Gloria del Señor, y todo esto les produjo un miedo enorme.
10 Pero el ángel les dijo: “No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11 Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor. 12 En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en una pesebrera.” 13 De pronto aparecieron otros ángeles y todos alababan a Dios diciendo: 14 “Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y en la tierra, gracia y paz a los hombres.”
15 Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores comenzaron a decirse unos a otros: “Vamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos dio a conocer.” 16 Fueron apresuradamente y hallaron a María, a José y al recién nacido acostado en la pesebrera. 17 Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho de ese niño 18 y todos se maravillaron de lo que decían los pastores.
19 María, por su parte, observaba cuidadosamente todos estos acontecimientos y los guardaba en su corazón. 20 Después los pastores se fueron glorificando y alabando a Dios, porque todo lo que habían visto y oído era tal como se lo habían anunciado.
21 Al octavo día, circuncidaron al niño según la Ley, y le pusieron el nombre de Jesús, nombre que había indicado el ángel antes que su madre quedara embarazada.
Jesús es presentado en el Templo
22 Asimismo, cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el rito de la purificación de la madre, llevaron al niño a Jerusalén. Allí lo consagraron al Señor, 23 tal como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. 24 Además ofrecieron el sacrificio que ordena la Ley: una pareja de tórtolas o dos pichones.
25 Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era muy bueno y piadoso y el Espíritu Santo estaba en él. 26 Esperaba los tiempos en que Dios atendiera a Israel y sabía por una revelación del Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Cristo del Señor.
27 Vino, pues, al Templo, inspirado por el Espíritu, cuando sus padres traían al niñito para cumplir con él los mandatos de la Ley. 28 Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios con estas palabras:
29 Señor, ahora, ya puedes dejar
que tu servidor muera en paz,
como le has dicho
30 porque mis ojos
han visto a tu Salvador
31 que tú preparaste
para presentarlo
a todas las naciones.
32 Luz para iluminar a todos los pueblos
y gloria de tu pueblo, Israel
33 Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que decía Simeón del niño. 34 Simeón los felicitó y, después, dijo a María, su madre: “Mira, este niño debe ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será puesto como una señal que muchos rechazarán 35 y a ti misma una espada te atravesará el alma. Pero en eso los hombres mostrarán claramente lo que sienten en sus corazones.”
36 Había también una mujer de edad muy avanzada, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Tenía ochenta y cuatro años. 37 Después de siete años de casada, había perdido muy joven a su marido y, siendo viuda, no se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones. 38 Ella también tenía don de profecía. Llegando en ese mismo momento, comenzó a alabar a Dios y hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
39 Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 Y el niño crecía, se desarrollaba y estaba lleno de sabiduría. Y la gracia de Dios estaba en él.
Primera iniciativa del joven Jesús
41 Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua 42 y, cuando cumplió doce años, fue también con ellos para cumplir con este precepto. 43 Al terminar los días de la Fiesta, mientras ellos regresaban, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo notaran. 44 Creyendo que se hallaba en el grupo de los que partían, caminaron todo un día y, después se pusieron a buscarlo entre todos sus parientes y conocidos. 45 Pero, como no lo hallaron, prosiguiendo su búsqueda, volvieron a Jerusalén.
46 Después de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47 Todos los que oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. 48 Al encontrarlo, se emocionaron mucho y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué te has portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados.” 49 El les contestó: “¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que tengo que estar donde mi Padre?”
50 Pero ellos no comprendieron lo que les acababa de decir. 51 Volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles. Su madre guardaba fielmente en su corazón todos estos recuerdos.
52 Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, tanto para Dios como para los hombres.
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