(Mt 18,12)
15 1 Todos, publicanos y pecadores, se acercaban a Jesús para escucharlo. 2 Los fariseos, pues con los maestros de la Ley murmuraban y criticaban: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.”
3 Entonces Jesús les dijo esta parábola: 4 “Si uno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene, ¿no deja las otras noventa y nueve en el campo para ir en busca de la que se perdió, hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, muy feliz, la pone sobre los hombre 6 y, al llegar a su casa reúne amigos y vecinos y les dice: Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.
7 Yo les declaro que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.
8 Cuando una mujer pierde una moneda de las diez que tiene, ¿no enciende una luz, no barre la casa y la busca cuidadosamente, hasta hallarla? 9 Y apenas la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: Alégrense conmigo, porque hallé la moneda que se me había perdido.
10 Les declaro que de la misma manera, hay gozo entre los ángeles de Dios por un solo pecador que cambie su corazón y su vida.”
El hijo pródigo
11 Jesús puso otro ejemplo: “Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor dijo a su padre: Padre, dame la parte de la propiedad que me corresponde. Y el padre la repartió entre ellos.
13 Pocos días después, el hijo menor reunió todo lo que tenía, partió a un lugar lejano y, allí malgastó su dinero en una vida desordenada. 14 Cuando lo gastó todo, sobrevino en esa región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un habitante de ese lugar que lo envió a sus campos a cuidar cerdos. 16 Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie le daba nada.
17 Fue entonces cuando entró en sí: “¿Cuántos trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre? 18 ¿Por qué no me levanto? Volveré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra Dios y contra ti; 19 ya no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos. 20 Partió, pues, de vuelta donde su padre.
Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión, corrió a echarse a su cuello y lo abrazó. 21 Entonces el hijo le habló: Padre, pequé contra Dios y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo. 22 Pero el padre dijo a sus servidores: Rápido, tráiganle la mejor ropa y póngansela, colóquenle un anillo en el dedo y zapatos e los pies. 23 Traigan el ternero más gordo y mátenlo, comamos y alegrémonos, 24 porque este hijo mío, estaba perdido y lo he encontrado. Y se pusieron a celebrar la fiesta.
25 El hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver llegó cerca de la casa, oyó la música y el baile. 26 Llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba todo eso. 27 Este le dijo: Tu hermano está de vuelta y tu padre mandó matar el ternero gordo, por haberlo recobrado con buena salud. 28 El hijo mayor se enojó y no quiso entrar.
Entonces el padre salió a rogarle. 29 Pero él le contestó: Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos, 30 pero llega ese hijo tuyo, después de haber gastado tu dinero con prostitutas, y para él haces matar el ternero gordo.
31 El padre le respondió: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. 32 Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario