2 Escucha, pastor de Israel, que guías como rebaño a José.
3 Oh Dios, sentado en los querubines, manifiéstate, despiértate entre Efraím, Benjamín y Manasés, y ven a salvarnos.
4 Oh Dios, restablécenos, muestra tu rostro alegre y nos salvaremos.
5 Señor, Dios de los Ejércitos, ¿hasta cuándo estarás enojado mientras ruega tu pueblo?
6 Por comida le das amargura, y lágrimas abundantes por bebida.
7 Somos la presa que se arrebatan nuestros vecinos, somos la burla de nuestros enemigos.
8 Oh Dios de los Ejércitos, restablécenos, muestra tu rostro y nos salvaremos.
9 Habías traído una viña de Egipto; 10 echaste los pueblos ante ella y la plantaste; echó raíces y llenó la tierra.
11 su sombra cubría los cerros y sus ramas ocultaban los altos cedros.
13 Alargaba hasta el mar sus sarmientos, sus brotes llegaban hasta el río.
14 El jabalí salvaje la destruye, y las bestias del campo la devoran.
15 Oh Dios de los Ejércitos, vuelve, mira desde el cielo y contempla: 16 visita tu viña y protégela, ya que tu manola plantó.
17 Los que la han incendiado y saqueado perezcan ante el furor de tu mirada.
18 Que tu mano apoye a tu rey, al hijo del hombre que has confirmado para ti.
19 Ya no nos alejaremos de ti, tú nos devolverás a la vida e invocaremos tu Nombre.
20 Señor, Dios de los Ejércitos, restablécenos, muestra tu rostro alegre y nos salvaremos.
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