Oración de un anciano.- Al fin de la vida conoceremos mejor la misericordia de Dios, y nos será fácil recordar todas las maravillas que hizo para nosotros. Supliquémosle que, al terminarse nuestra vida presente, nos otorgue el verdadero consuelo.1 En ti, Señor, confío, que no sea jamás defraudado.
2 Dios justo, libérame, rescátame, inclina a mí tu oído y sálvame.
3 Sé para mí una roca de refugio, una ciudad fortificada en que me salve; tú eres mi roca y mi fortaleza.
4 Dios mío, sácame de las manos del hombre malo, de las garras del malvado y del opresor.
5 Ya que tú, Señor, eres mi esperanza, y desde mi juventud he confiado en ti.
6 Desde el seno de mi madre me apoyé en ti, y tú me adoptaste al nacer. Siempre he sido agradecido contigo.
7 Muchos me consideraban como un verdadero milagro, porque tú siempre me amparabas.
8 Mi boca estaba llena de tu alabanza y cantaba tu gloria el día entero.
9 No me rechaces cuando llego a la vejez, no me desampares cuando me fallan las fuerzas.
10 Cuando mis enemigos me quieren mal y se ponen de acuerdo los que quieren matarme.
y dicen: “Dios los abandonó, persíganlo y agárrenlo, que nadie lo defiende.”
11 Oh Dios, no te alejes; Dios mío, ven pronto a socorrerme.
12 Vergüenza y derrota para los que atentan contra mi vida; 13 que queden cubiertos de confusión y de vergüenza los que buscan mi desgracia.
14 Pero yo esperaré sin cesar y te alabaré cada día más, 15 pues son incontables las pruebas que me has dado de tu justicia y de tu auxilio.
16 Celebraré las hazañas del Señor y recordaré que sólo tú, Señor, restableces el derecho.
17 Oh Dios, me has enseñado desde mi juventud, y hasta ahora anuncio tus maravillas.
18 Dios mío, no me desampares ahora en mi vejez y ancianidad, mientras anuncio tu poder a esta generación, y tu valentía a los siglos venideros.
19 Oh Dios, les hablaré de tu justicia que llega al cielo, ¿quién como tú que has hecho mil maravillas?
20 Me hiciste pasar muchas pruebas y miserias; pero volverás para darme vida y me harás subir del abismo.
21 De ahí saldré engrandecido y de nuevo me concederás tu consuelo.
22 Y yo te celebraré, oh Dios, al son del arpa por tu fiel ayuda. Oh santo de Israel, quiero cantarte acompañado de cítara.
23 Y te celebrará mis labios, mi alma que redimiste.
24 Anunciaré todo el día tu justicia, pues estarán por tierra y deshonrados los que buscaban mi desgracia.
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