31 1 ¡Pobres de aquellos que bajan a Egipto,
por si acaso consiguen ayuda!
pues confían en la caballería.
En los carros de guerra, que son numerosos,
y en los jinetes, porque son valientes.
¿Por qué no hicieron caso del Santo de Israel
y no consultaron a Yavé?
2 Porque él también es hábil en proporcionar desgracias,
y no cambia su palabra.
Pedirá cuentas a la banda de los malvados
y el socorro con el que contaban, no llegará.
3 El egipcio es un hombre y no un dios,
y sus caballos son carne, y no espíritu
En cuanto Yavé extienda su mano,
vacilará el protector
y caerá quien buscaba protección:
Juntos perecerán.
4 Así me ha dicho Yavé:
“Como un león o su cachorro ruge sobre su presa y la defiende,
sin asustarse por el número y los gritos d elos pastores,
así Yavé de los Ejércitos bajará a pelear sobre el cerro Sión.
5 Yavé de los Ejércitos, como pájaro que vuela,
protegerá a Jerusalén y la salvará,
perdonándola y liberándola.”
6 Hijos de Israel, vuelvan a aquel de quien tanto se han alejado. 7 En ese día, cada uno de ellos tirará sus ídolos de plata, o de oro, todos los ídolos que ustedes se han hecho y con los cuales ustedes han pecado.
El huirá ante esta espada,
y sus jóvenes serán hechos prisioneros.
9 Les entrará tanto miedo que abandonarán su posición,
y sus jefes, espantados, dejarán tirado el estandarte.
Esta es palabra de Yavé, cuyo fuego arde en Sión
y su horno está en Jerusalén
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