21 1 Job tomó la palabra y dijo:
“Escuchen, escuchen mis razones,
hasta aquí nada más sus palabras de consuelo.
3 Déjenme hablar,
y cuando haya terminado, tú te podrás burlar.
4 ¿Acaso pleiteo contra un hombre?
Entonces, ¿cómo no me pondría nervioso?
5 Préstenme atención y quedarán espantados
y se pondrán la mano en la boca,
6 que yo mismo, al recordar estos hechos, me horrorizo
y me dan escalofríos.
Job: Los malos lo pasan bien
7 ¿Por qué siguen viviendo los malvados,
prolongan sus días y se van haciendo fuertes?
8 Su descendencia se afirma ante ellos
y sus vástagos crecen ante su vista.
9 Nada perturba la paz de sus hogares,
la vara de Dios no cae sobre ellos.
10 Sus toros cubren y fecundan
y sus vacas paren y no abortan.
11 Dejan correr a sus niños como ovejas;
sus hijos brincan de contento.
12 Cantan al son del arpa y de la cítara,
al son de la flauta se divierten.
13 Acaban sus días tranquilamente
y descienden en paz al lugar de los muertos.
14 Sin embargo, ellos decían: “Apártate, Dios, de nosotros,
no queremos conocer tus caminos
15 ¿Qué es el Todopoderoso para que le sirvamos
y qué ganamos si le suplicamos?”
16 Y tienen a su alcance la felicidad,
sin que Dios esté presente en sus proyectos.
17 ¿Será verdad que se apaga la lámpara de los malvados
y cae sobre ellos la desgracia
y que Dios, en su ira, los destruye?
18 ¿Los vemos acaso como paja ante el viento,
como pelusa que arrebata un torbellino?
19 No basta que Dios los castigue en sus hijos.
¡Que castigue al malo en su propia persona, para que aprenda!
20 Que vea su ruina con sus propios ojos
y sienta los efectos de la cólera del Todopoderoso.
21 ¿Qué le importa su familia después de su muerte,
cuando el número de sus meses se haya cumplido?
22 Pero, ¿a Dios le van a dar lecciones de sabiduría;
a él que juzga a los seres del cielo?
23 Hay quien muere en lo mejor de su vida,
cuando vivía muy feliz y tranquilo,
24 ya que había engordado por todas partes
y era sustanciosa la médula de sus huesos.
25 Y hay quien muere con amargura en el alma,
sin haber gustado la felicidad.
26 Juntos, luego, se acuestan en el polvo
y los cubren los gusanos.
27 Yo conozco sus razones
y sé lo que piensan de mí.
28 Se dicen: ¿dónde está la casa del Todopoderoso
y dónde la tienda que habitaban los malvados?
29 Pero, ¿no han preguntado a los que viajan?
¿No saben lo que dejaron escrito?
30 Que de la desgracia el malo es preservado,
y no lo alcanza el día de la cólera.
31 ¿Quién le echa en cara su conducta
y le da su merecido?
32 Cuando lo llevan al cementerio,
su estatua mira de sobre la tumba,
33 los terrones del valle son suaves
y todo el pueblo desfila tras él.
34 ¿Para qué, pues, me dan vanos consuelos?
¡Pura falsedad lo que me contestan!”
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