lunes, 6 de febrero de 2012

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Servir y amar a Dios

+ 10 Ahora, pues, Israel, ¿qué es lo que pide Yavé, tu Dios, sino que le temas a él y sigas todos sus caminos? Amalo y sírvelo con todo tu corazón y con toda tu alma. 11 Guarda los mandamientos de Yavé y sus leyes que hoy te ordeno, y te irá bien.

14 Mira: a Yavé, tu Dios, pertenecen los cielos visibles e invisibles, la tierra y cuanto hay en ella. 15 Sin embargo, sólo con tus padres se ligó Yavé. Los amó y, después de ellos, eligió a su descendencia a ustedes mismos, con preferencia a todos los pueblos, como hoy puedes ver.

15 Purifiquen, pues, sus corazones y no le presenten una frente desafiante, 17 porque Yavé es el Dios de los dioses y el Señor de los señores; el Dios grande, el Dios fuerte y terrible. Cuando juzga, da un trato igual a todos, no se deja comprar con regalos. 18 Hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, dándole pan y vestido. 19 Ama, pues, al forastero, porque forastero fuiste tú mismo en el país de Egipto. 20 A Yavé, tu Dios, temerás, a él servirás, a él seguirás e invocarás su nombre si debes hacer algún juramento. 21 A él alabarás porque él es tu Dios, que ha hecho por ti esas cosas asombrosas. 22 Cuando bajaron a Egipto, tus antepasados no eran más de setenta personas, y ahora Yavé, tu Dios, te ha hecho un pueblo numeroso como las estrellas del cielo.


 
+ Aquí se relacionan los dos mandamientos que Jesús reunió en uno.

Ama a Dios y sírvelo con todo tu corazón y toda tu alma. Amor que es la respuesta al amor de Dios: “Porque Yavé se alió con tus padres. Los amó y, después de ellos a ustedes”. Nótese este orden: Dios ama primero y elige; luego respondemos a su amor y tratamos de expresárselo con nuestra obediencia. La misericordia de Dios es primera y, como lo recordará Pablo, nadie puede hacer valer ante Dios sus méritos y derechos (Rom 3,20-20)

Purifiquen sus corazones. El texto dice más exactamente: Practiquen la circuncisión del corazón (Ver Génesis 17)

La viuda, el huérfano, el forastero. La respuesta al amor de Dios es el amor a los desamparados. En ese tiempo, éstos eran casos individuales, de una sociedad sin clases sociales muy marcadas. Pero en el mundo de hoy hay clases y pueblos enteros que viven en la situación de la viuda, del huérfano y del forastero de esos tiempos.

En tiempos actuales, este amor a los desamparados significa, a menudo, comprometerse con las clases inferiores de la sociedad. Dios les hace justicia. Si nosotros no sabemos lograr esta justicia espontáneamente y con los medios que enseña el Evangelio, Dios se reserva hacer justicia en forma más radical y más pronta.

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