sábado, 13 de noviembre de 2010

3

Jefes y profetas oprimen al pueblo

3 1 Yo les diré: Escuchen, jefes de Jacob, señores de las tribus de Israel. ¿No deberían conocer lo que es justo?¿Por qué, pues, odian el bien y aman el mal?
2 Ustedes decueran vivos a los de su pueblo y les arrancan la carne de sus huesos. 3 Se comen la carne de mi pueblo y parten sus huesos y los echan a la olla.
4 Pero cuando me llamen no les haré caso. Ni dejaré que puedan ver mi cara por sus malas acciones.
5 Esto dice Yavé en contra de los profetas que engañan a mi pueblo; si pueden masticar a dos canillas, anuncian la paz; pero si alguien no les llena la boca, le declaran la guerra santa.
6 Así dice: “Noche sin visiones para los profetas; tinieblas en vez de revelaciones; el sol se pone para los profetas y les deja puras sombras.”

7 Entonces los videntes se llenarán de vergüenza, y los adivinos, de confusión; unos y otros se taparán la cara porque Dios no les responde. 8 Yo, al contrario, estoy lleno del espíritu de Yavé. El me da celo por la justicia, me llena de fuerza y de ánimo para denunciar a Jacob su pecado, para descubrir las faltas de Israel.
9 Escuchen esto, gobernantes del pueblo de Jacob, ustedes que son los señores de Israel, ustedes que desprecian la justicia y que tuercen mañosamente la ley; 10 Sión se está edificando sobre sangre, y Jerusalén, en base a crímenes. 11 Sus gobernantes se dejan comprar para dar una sentencia; sus sacerdotes cobran por una decisión; sus profetas sólo vaticinan si se les paga, y todos dicen que son amigos de Yavé. Por eso exclaman; Si el Señor está con nosotros, ¿qué desgracia nos puede pasar?
12 Pero precisamente por sus maldades, Sión va a quedar como un potrero arado, Jerusalén será reducida a escombros y el cerro del Templo será cubierto por el bosque.

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