miércoles, 1 de septiembre de 2010

9

9 1 Me puse a reflexionar sobre todo eso y comprendí que los buenos y los sabios con sus acciones están en manos de Dios. ¿Pondrán amor u odio? Ningún hombre lo sabe de antemano: todo está más adelante. 2 Y al final será una la suerte de todos, hayan sido buenos o malos, puros o impuros, hayan ofrecido sacrificios o no, hayan invocado a Dios o no, cuando tenían que jurar.
3 Una es la suerte de todos y esta injusticia afecta a todo lo que se bajo el sol. Por eso los hombres tienen la mente llena de maldad; mientras viven, no piensan sino en locuras, y luego van a parar entre los muertos. 4 Sin embargo, hasta que uno goza la compañía de los vivos, tiene esperanza, porque más vale perro vivo que león muerto”.
5 Los vivos saben que morirán, pero los muertos ya no saben; para ellos ya no hay retribución: hasta su recuerdo se pierde. 6 Sus amores, sus odios y celos perecieron y nunca jamás tendrán parte de todo lo que se hace bajo el sol.
7 Ve, pues, come tu pan alegremente y bebe gustoso tu vino. 8 Lleva siempre ropas blancas y que nunca falte el óleo en tu cabeza. 9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de tu vida fugaz que Dios te da bajo el sol, porque ésa es tu parte en la vida y en el trabajo que tú realizas aquí abajo.
10 Si ves algo que se debe hacer, hazlo si puedes, porque entre los muertos, adonde vas, no hay obras, ni cuentas, ni conocimiento, ni sabiduría.
11 He visto, además, bajo el sol, que la carrera no la ganan los más rápidos, ni la lucha los que tienen más fuerza. No hay más pan para los sabios, ni más riqueza para los inteligentes, ni más favores para los entendidos, pues el tiempo y el contratiempo les llega a todos. 12 El hombre no conoce su hora; como los peces pillados en la red fatal o los pájaros en la trampa, así el hombre es sorprendido por el infortunio, cuando de improviso cae sobre él.

Más proverbios

13 Respecto de la sabiduría en la presente vida, he notado el hecho siguiente que me parece grave. 14 Había una pequeña ciudad de pocos habitantes. Un rey poderoso le declaró la guerra, la sitió y levantó grandes terraplenes para tomársela. 15 Pero se presentó un hombre pobre y sabio, que con su sabiduría, salvó la ciudad. Nadie, sin embargo, se acordó después de este pobre. 16 Por eso digo: La sabiduría vale más que la fuerza, pero la sabiduría del pobre es desconocida y no se escuchan sus palabras.
17 Las palabras del sabio pronunciadas con calma se escuchan mejor que los gritos del que manda a los locos.

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