jueves, 2 de septiembre de 2010

1

Vanidad de vanidades

1 1 Palabras del Eclesiastés, predicador, hijo de David, rey de Jerusalén.

2 No hay razón,
dice el predicador,
no hay razón
y todo es absurdo.
3 ¿Qué provecho saca el hombre
de todas sus fatigas
y de sus trabajos bajo el sol?
4 Se va una generación y viene otra,
pero la tierra permanece siempre.
5 Sale el sol,
se pone el sol,
y corre sin detenerse
para salir de nuevo.
6 Va el viento hacia el sur
y luego gira al norte,
y girando, girando,
vuelve sobre sus giros.
7 Todos los ríos van al mar,
y el mar no se llena;
nuevamente el agua
correrá por los ríos.
8 Se cansarán de hablar
y no podrán decir más,
pero no se sacia el ojo de ver
ni el oído de oír.
9 Lo que fue volverá a ser,
lo que se hizo ser hará nuevamente.
No hay nada nuevo bajo el sol.
10 Y si te dicen: “Mira, esto es nuevo”,
aun eso ya fue en siglos anteriores.
11 No hay memoria de los ancianos,
igual pasará con sus descendientes,
nadie los recordará
entre los que existan después.

La sabiduría es vana

12 Yo, Eclesiastés, he sido rey de Israel en Jerusalén. 13 Me dediqué a investigar y a someter a un estudio crítico todo lo que se hace bajo el sol. Pues bien, es una ocupación bastante ingrata que Dios dio a los hombres. 14 Contemplé todo lo que pasa bajo el sol, y hallé que todo es vano y un correr tras el aire. 15 Lo torcido no se puede enderezar, ni se puede reemplazar todo lo deficiente.
16 Y pensé para mí: Hice progresar la sabiduría más que cualquiera de mis antecesores en Jerusalén; probé largamente la sabiduría y la ciencia. 17 He reflexionado sobre la sabiduría y el saber, la estupidez y la locura, y comprendo que estudiar eso es también correr tras el viento.
18 Mucha sabiduría acarrea muchos problemas; mientras más se sabe, más se sufre.

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