viernes, 22 de enero de 2010

9

El Templo de Jerusalén

9 1 La primera alianza tenía ritos y prescripciones; también había un Santuario, como puede existir en este mundo. 2 Allí se construyó una primera habitación para el candelabro y la mesa con los panes ofrecidos; esa parte se llama Lugar Santo. 3 Enseguida, detrás de la segunda cortina hay otra habitación llamada Lugar Santísimo, 4 para el altar de oro de los perfumes y el Arca de la Alianza, enteramente cubierta de oro. Esta contenía el maná en un vaso de oro, la vara de Aarón que había florecido y las Tablas de la Ley. 5 Encima del Arca están los querubines de la Gloria cubriendo con sus alas el Lugar del Perdón. Pero no cabe aquí describirlo todo con más detalles.
6 Estando todo dispuesto de esta manera, los sacerdotes entran en todo tiempo en la primera habitación para cumplir su ministerio. 7 Por el contrario, en la segunda penetra solamente el Sumo Sacerdote, una sola vez al año, llevando la sangre que va a ofrecer por sus propias faltas y por las del pueblo. 8 De ese modo, el Espíritu nos enseña que el camino del Santuario no está abierto, mientras existe la primera habitación. 9 Todo eso contiene una enseñanza para el tiempo presente: las ofrendas y sacrificios que se presentan a Dios no pueden llevar a la perfección interior a quienes los ofrecen. 10 Estos alimentos, bebidas y diferentes clases de purificación por el agua no son más que ritos de hombres, que debían ser observados hasta el tiempo en que todo sería reformado.

Cristo entró llevando su propia sangre.

11 Pero Cristo ha llegado como el Sumo Sacerdote que procura los beneficios del mundo nuevo. Atravesó un Santuario más noble y más perfecto, no hecho por mano de hombres o, para decir mejor, que no es cosa creada. 12 No llevaba sangre de chivos ni de novillos, sino su propia sangre, y entró de una vez al Santuario, después de conseguir la liberación definitiva. 13 En efecto, la sangre de los chivos y de los toros y la ceniza de ternera con que se rocía a los que tienen alguna culpa, los hacen santos y puros, según criterios humanos. 14 Pero Cristo hizo mucho mejor cuando, movido por el Espíritu eterno, se ofreció a Dios como víctima sin mancha, su sangre purifica nuestra conciencia de las obras muertas, para que, en adelante, sirvamos al Dios vivo.
15 Por eso Cristo es el mediador de un nuevo Testamento o Alianza. Por su muerte, fueron redimidas las faltas cometidas bajo el régimen de la primera Alianza, y los elegidos entran a poseer la herencia eterna prometida desde antes. 16 En caso de hacerse un testamento, hay que esperar y comprobar la muerte del testador. 17 Pues un testamento vale solamente después de la muerte y no tiene fuerza mientras vive el testador.
18 Por eso se derramó sangre, al iniciarse el Antiguo Testamento. 19 Cuando Moisés hubo proclamado ante el pueblo reunido todas las ordenanzas de la Ley, tomó sangre de terneros y de chivos y la mezcló con agua, lana roja e hisopo. Roció el propio libro del Testamento y al pueblo, diciendo: 20 Esta es la sangre del Testamento que pactó Dios con ustedes.
21 Después, del mismo modo, roció con sangre el Santuario y todos los objetos del culto. 22 Además, según la Ley, la purificación de casi todo se ha hacer con sangre, y sin sangre derramada no se quita el pecado.
23 Así pues, era necesario purificar las cosas que solamente figuran las realidades sobrenaturales; pero esas mismas realidades necesitan sacrificios más excelentes. 24 No fue hecho por manos de hombres el santuario el que entró Cristo, no era copia del santuario auténtico, sino el propio cielo, donde Cristo está ahora en presencia de Dios, en favor nuestro. 25 El no tuvo que sacrificarse varias veces, no hizo como el Sumo Sacedote, que entra todos los años al santuario, llevando una sangre que no es la suya. 26 El, en ese caso, habría tenido que padecer muchísimas veces, desde la creación del mundo. Pero no, esperó que fuera el fin de los tiempos y se manifestó ahora,de una vez para borrar el pecado con su sacrificio. 27 Y puesto que los hombres mueren una sola vez, y después viene para ellos el juicio, 28 de la misma manera Cristo se sacrificó una sola vez para borrar los pecados de una muchedumbre. En su segunda venida ya no cargará con el pecado, sino que se manifestará para dar la salvación a quienes lo aguardan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario