miércoles, 8 de febrero de 2012

35


La parte de los levitas

35 1 Habló Yavé a Moisés en las estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó y le dijo: 2 “Manda a los hijos de Israel que cedan a los levitas de la herencia que les pertenece, ciudades en las que puedan habitar y pastos alrededor. 3 Los levitas vivirán en esas ciudades y sus pastos serán para sus pertenencias, para todos sus animales. 4 Los pastos de las ciudades que entreguen a los levitas se extenderán hasta quinientos metros alrededor de la ciudad, a contar desde las murallas.
6 El contorno de estos pastos medirá mil metros por cada lado: mil metros a occidente y mil metros al norte, y la ciudad estára al ceetro. Estos serán los pastos de las ciudades de los levitas.
6 Las ciudades que den a los levitas serán las seis de asilo en las que se podrá refugiar el que haya dado muerte a un hombre, y, además, les darán otras cuarenta y dos ciudades. 7 El total de ciudades que darán a los levitas será de cuarenta y ocho, todas ellas con sus pastos. 8 Separarán estas ciudades de la herencia de los hijos de Israel, tomando más del que tiene más y menos del que tiene menos, cada tribu dará ciudades a los levitas en proporción a la herencia que le haya tocado.”

Las ciudades de asilo para los que mataron involuntariamente a alguna persona

(o) 9 Yavé dijo a Moisés: 10 “Di a los hijos de Israel: Cuando pasen el Jordán hacia la tierra de Canaán, 11 elegirán ciudades de las que harán ciudades de refugio. En ellas se refugiará el que dio muerte a un hombre sin intención. 12 Esas ciudades le servirán de contra el vengador la sangre, de manera que no sea muerto antes de haber sido juzgado opr la comunidad. 13 Les reservarán seis ciudades para que sean ciudades de asilo: 14 tres ciudades les darán al otro lado del Jordán y tres en el país de Canaán, las seis ciudades serán de asilo 15 tanto para los hijos de Israel como para el forastero y para el que está en medio de ustedes, para que todo aquel que haya muerto a un hombre involuntariamente se pueda refugiar en ellas.
16 Pero si alguien hiere a otro con un instrumento de hierro, causando la muerte, es un asesino: debe morir. 17 Si lo ha herido con un arma de piedra que tenía en la mano, causando la muerte, es un asesino: debe morir. 18 Si lo hiere con un arma de madera, causando la muerte, es un asesino: debe morir. 19 El mismo vengador de la sangre dará muerte al asesino en cuanto lo encuentre.
20 Si alguien ha herido a su víctima por odio o le ha lanzado algo con maldad, causando la muerte, 21 o si, por maldad, lo ha golpeado con las manos causando la muerte, es un asesino: debe morir. El vengador de la sangre dará muerte al asesino en cuanto lo encuentre. 22 Pero si lo hirió por inadvertencia y sin enemistad, o si le lanzó cualquier objeto sin mala intención, 23 o si le tiró sin verlo una piedra, causando muerte, sin tenerle enemistad ni buscarle daño, 24 la comunidad juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre según estas normas.
25 Salvará a este hombre de la mano del vengador de la sangre y lo hará volver a la ciudad de asilo en la que se refugió. Allí vivirá hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo santo. 26 Pero si este hombre sale fuera de los límites de la ciuad de asilo en la que se ha refugiado, 27 o lo encuentra el vengador de la sangre fuera del límite de su ciudad de asilo, el vengador de la sangre podrá matar al que causó la muerte, sin ser culpable por esa sangre. 28 Porque aquél debía permanecer en su ciudad de asilo hasta la muerte del sumo sacerdote.
A la muerte del sumo sacerdote, el homicida volverá a su propiedad. 29 Esto será norma de derecho para ustedes y para sus descendientes, dondequiera que vivan.
30 En cualquier caso de homicidio, se dará muerte al asesino, según declaración de los testigos, pero un solo testigo no bastará para condenar a muerte a un hombre. 32 No acepten rescate por un asesino, pues debe morir. 32 Tampoco aceptarán rescate del que se ha refugiado en una ciudad de asilo y quiere volver a vivir en su tierra antes que muera el sumo sacerdote. 33 Cuídense de no profanar la tierra en que están; sepan que la sangre es lo que profana la tierra, y la tierra no queda expiada de la sangre derramada más que con la sangre del que la derramó. 34 No  hagan impura la tierra en que viven, porque yo vivo en medio de ella, pues yo, Yavé, tengo mi morada entre los  hijos de Israel.”

(o) Estas leyes sobre las ciudades de refugio se parecen a las que están comentadas en Deut. 19,1

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