sábado, 4 de febrero de 2012

18




Los sacerdotes de la tribu de Leví

18 1 Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad como los demás hijos de Israel, sino que se alimentarán con las víctimas consumidas por el fuego en honor de Yavé, y las cosas que le fueron consagradas. 2 El levita no tendrá parte en la herencia que reciben sus hermanos, porque Yavé es su herencia, con él se lo tiene prometido.
3 Este será el derecho de los sacerdotes sobre lo que se ofrezca, ya sea buey u oveja,: se le dará al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el vientre. 4 Le darás también las primicias de tu trigo, de tus vinos y de tu aceite, así como las primicias de la esquila de tus ovejas. 5 Porque a él lo eligió Yavé de entre todas las tribus para ser el servidor de su Nombre, él y sus hijos para siempre.
6 Si un levita llega de una de las ciudades del territorio de Israel donde reside, y desea entrar en el Lugar elegido por Yavé, 7 oficiará en el nombre de Yavé, su Dios, como todos sus hermanos levitas que se encuentren allí en presencia de Yavé; 8 comerá una porción igual a la de los demás, aparte de lo que obtenga por la venta de sus bienes patrimoniales.

Los profetas y “el” profeta

*9 Cuando hayas entrado en la tierra que Yavé, tu Dios, te da, no imites las malas acciones de aquellos pueblos. 10 Que no haya en medio de ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego; que no haya  adivinos, ni nadie que consulte a los astros, ni hechiceros, 11 que no se halle a nadie que practique encantamientos o consulte los espíritus; que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos. 12 Porque Yavé aborrece a los que hacen estas cosas y precisamente por esa razón los expulsa delante de ti. 13 te portarás bien en todo con Yavé, tu Dios.
14 Esos pueblos que vas a desalojar escuchan a hechiceros y adivinos, pero a ti, Yavé, tu Dios, te dio algo diferente. 15 El te reserva un profeta, que se levantará como yo en medio del pueblo, un hermano tuyo a quien escucharás. 16 Acuérdate que en el Horeb, el día de la Asamblea, tú dijiste: “Tengo miedo de morir, no quiero volver a oír la voz de Yavé, ni volver a ver este gran fuego.” 17 Entonces Yavé escuchó tu petición y me dijo: “Dicen bien. 18 Yo haré que se levante en medio de ellos un profeta, hermano suyo, lo mismo que hice contigo. Yo pondré mis palabras en su boca y él les dirá todo lo que yo mande. 19 Si alguno no escucha mis palabras, cuando habla el profeta de parte mía, yo mismo le pediré cuentas. 20 Pero si un profeta pretende hablar en mi nombre sin que lo haya mandado, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá.”
21 Acaso preguntas: ¿Cómo vamos a saber que una palabra no viene de Yavé?” 22 Si algún profeta habla en nombre de Yavé y si lo que dice no sucede, tú sabrás que esta palabra no viene de Yavé. El profeta habrá hablado para jactarse y tú no le harás caso.

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