lunes, 27 de febrero de 2012

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LEY DE LA SANTIDAD

+ 17 1 Yavé dijo a Moisés: 2 “Habla a Aarón y a sus hijos y a todos los hijos de Israel y diles: Esta es la orden que ha dado Yavé: 3 cualquier hombre sacrifique un ternero, una ovjea o una cabra dentro del campamento o fuera del mismo 4 y no lo lleve a la entrada de la Tienda de las Citas para presentarlo como ofrenda a Yavé ante su Morada, será considerado como reo de sange. Tal hombre ha derramado sangre y será eliminado de en medio de su pueblo. 5 Por eso los hijos de Israel presentarán al sacerdote, para Yavé, en la entrada de la Tienda de las Citas, aquellas víctimas que suelen sacrificar en el campo. Las ofrecerán como sacrificios de comunión.
8 El sacerdote derramará la sangre sobre el altar de Yavé a la entrada de la Tienda de las Citas y quemará las grasas como calmante olor para Yavé. 7 De este modo ellos ya no seguirán ofreciendo sacrificios a esos chivos a los que servían y tras los cuales se prostituían. Este será un decreto perpetuo para ellos, de generación en generación.

No comerán sangre

8 Yavé dijo a Moisés: “Di  Aarón, a sus hijos y  a todos los hijos de Israel: Si un hombre de Israel o de los forasteros que vivan en medio de ustedes ofrece un holocausto u otro sacrificio, 9 y no lo lleva a la entrada de la Tienda de las Citas para ofrecerlo a Yavé, ése será eliminado.
10 Si un hombre de Israel o de los forasteros que viven en medio de ustedes come cualquier clase de sangre, lo aborreceré y lo exterminaré. 11 Porque la vida del ser mortal está en su sangre, y yo les di la sangre como un medio para rescatar su propia vida, cuando la ofrecen en el altar; pues la sangre ofrecida vale por la vida del que ofrece. 12 Por eso he dicho a los hijos de Israel: “Ninguno de ustedes comerá sangre, ni tampoco el forastero que viva entre ustedes.”
13 Si un hombre de Israel, o alguno de los forasteros, caza un animal o ave que está permitido comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. 14 Porque la sangre y de todo ser viviente contiene su vida. Por eso mandé a los hijos de Israel: “No comerán la sangre de ningún animal.” El que la coma será eliminado.
15 Todo israelita o forastero que coma carne de animal muerto o destrozado lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde; después sera puro. 16 Si no los lava ni se baña, cargará con su falta.”

+ Con este capítulo empieza la llamada Ley de Santidad, o sea, ley de un pueblo consagrado a Dios.
La ley sobre la sangre es una manera de ecucar, de inculcar el sentido del carácter sagrado de la vida. Está resumida en 17,11
Como la mayoría de los pueblos primitivos, los hebreos creían que la vida está en la sangre. Por eso la sangre es sagrada, aun la del animal, y solamente puede ser ofrecida a Dios (ver Gén 9,5) Si no se sacrifica en el altar, debe ser derramada en el suelo, pero no se puede comer.
Aun en tiempos de Cristo, los judíos sentían tal repulsión por la sangre, que, durante algunos años, se ordenó a los cristianos provenientes de otras naciones que respetaran esta ley no escandalizar a sus hermanos judíos (Hechos 15)

En el mismo versículo 11 nos explica por qué Cristo escogió una muerte en que derramó su sangre. Cada vez que leemos: “Cristo nos salvó por su sangre”, tenemos que entender “por el sacrificio de su vida”.

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