sábado, 11 de febrero de 2012

13


Moisés envía espías para explorar la tierra prometida

13 1 Yavé dijo a Moisés: 2 “Envía algunos hombres a explorar la tierra de Canaán, tierra que voy a dar a los hijos de Israel. Enviarás uno por cada tribu, escogido de entre los responsables de los hijos de Israel.”
5 Moisés, pues, los mandó desde el desierto de Parán según la orden de Yavé. 4 He aquí sus nombres; todos eran jefes de Israel:
De la tribu de Rubén, Sammua, hijo de Zacur. 5 De la tribu de simeón, Safat, hijo de Huri. 6 De la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefoné. 7 De la tribu de Isacar, Igal, hijo de José. 8 De la tribu de Efraím, Oseas, hijo de Nun. 9 De la tribu de Benjamín, Palti, hijo de Rafu. 10 De la tribu de Zabulón, Gaddiel, hijo de Sodi. 11 De la tribu de José, por la estirpe de Manasés, Gaddi, hijo de Susi. 12 De la tribu de Dan, Ammiel, hijo de Gemlai. 13 De la tribu de Aser, Stur, hijo de Micael. 14 De la tribu de de Neftalí, Nahabbí, hijo de Vapsi. 15 De la tribu de Gad, Guel, hijo de Maqui.

+ 16 Estos son los hombres que Moisés envió a explorar el país de Canán; a Oseas, hijo de Nun, Moisés le dio el nombre de Josué.
17 Moisés los envió a explorar el país de Canaán y les dijo: “Suban al Negueb y después a la montaña. 18 Observen cómo es la tierra; qué pueblo la habita, si es fuerte o débil, escaso o numeroso. 19 Observen también cómo es el país en que viven, si es bueno omalo, cómo son las ciudades en que habitan, abiertas o fortificadas; 20 y cómo es la tierra, fértil o pobre, si tiene árboles o no. También atrévanse a tomar algunos productos del país.” (Era el tiempo de las primeras uvas)
21 Subieron , pues, y exploraron el país desde el desierto de Zin hasta  Rejob, a la entrada de Emat. 22 Subieron al Negueb y llegaron a Hebrón, ciudad muy antigua fundada siete años antes que Tanis en Egipto y en la que vivían los enaceos Ajmimán, Sesaí y Tolmaí.
23 Llegaron al valle de Escol. Allí cortaron un sarmiento con un racimo de uva que transportaron con un palo, entre dos. 24 También llevaron granadas e higos. Por eso se llamó aquel lugar Valle del Racimo, por el racimo que cortaron allí los hijos de Israel.
25 A los cuarenta días volvieron de explorar la tierra 26 y a todo el pueblo de Israel en el desierto de Parán, en Cadés. Les narraron todo lo que habían visto y les mostraron los productos del país. Y dijeron a Moisés:
27 “Fuimos al país que nos mandaste y es verdad que es una tierra rebosante de leche y de miel: aquí están sus productos. 28 Pero el pueblo que ocupa el país es poderoso y las ciudades se parecen a fortalezas muy grandes. Hemos visto hasta descendientes de los gigantes. 29 Allí los amalecitas ocupaban la región del Negueb; los heteos, jebuseos, amorreos, la parte montañosa; los cananeos, las costas del mar y las orillas del río Jordán.”
30 Caleb calmó al pueblo que se levantaba contra  Moisés y dijo: “Subamos y conquistemos el país, pues somos capaces de ello.” 31 Pero los hombres que habían ido con él dijeron: “No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros.
32 Y empezaron a hablar mal del país que habían explorado: “La tierra que hemos recorrido y explorado es una tierra que devora a sus habitantes. Toda la gente que hemos visto allí es de gran estatura. 33 Hemos visto hasta gigantes (los hijos de Enac, de la raza de los gigantes) Ante ellos, nosotros parecíamos langostas, y eso mismo les parecía a ellos.”

+ La tierra prometida a los hebreos se llama en este tiempo Canaán y la ocupan los cananeos. Más tarde se llamará Israel, por ser los israelitas sus dueños. Se llamará también Palestina. Esta tierra la veían en sueños como un paraíso. Cortaron una rama con un racimo que transportaron con un palo entre dos. Este detalle fabuloso expresa la tierra hermosa que mana leche y miel.” Los isaelitas de hoy usan todavía esta imagen como un emblema de su país.
Pero, cuando los exploradores los ponen frente a una conquista por realizar, se desalientan. La Biblia está llena de promesas maravillosas de Dios a su pueblo. Pero él no quiere darnos algo sin nuestro esfuerzo.
La Biblia nos pinta en este lugar uno de los grandes pecados de Israel, igual que en Ex. 32 A Israel no se le habría hecho muy difícil creer en Yavé si El no les hubiera impuesto una conquista que les daba miedo. Asimismo, hoy son muchísimos los cristianos que se sienten llenos de fervor espiritual pero se asustan cuando la Iglesia les pide emprender la obra de justicia y de reconciliación en todas las esferas del mundo social.

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