lunes, 27 de febrero de 2012

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Lo referente a la mujer que acaba de dar a luz

+ 12 1 Yavé habló a Moisés para decirle: 2 “Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando una mujer conciba y tenga un hijo varón, quedará impura durante siete días, igual como en el tiempo de sus reglas. 3 Al octavo día será circuncidado el niño, pero ella esperará treinta y tres días la purificación de su sangre. 4 No tocará ninguna cosa santa, ni entrará en el santuario, hasta que se cumplan los días de su purificación.
5 Si da a luz una niña, estará impura dos semanas, y lo mismo será doble el tiempo de su purificación: esperará sesenta y sesis días la purificación de su sangre. 6 Al cumplirse los días de su purificación, sea por niño o niña, presentará al sacerdote, a la entrada de la Tienda de las Citas, un cordero de un año como holocausto y un pichón o una tórtola como sacrificio por el pecado. 7 El sacerdote lo ofrecerá ante Yavé haciendo expiación por ella y quedará, purificada del flujo de su sangrte.
8 Esta es la ley refrerente a la mujer que da a luz a un niño o una niña. Pero, si la mujer no puede ofrecer una res menor, ofrecerá dos tórtolas o dos pichones, uno como holocausto y otro como sacrifico por el pecado; el sacerdote hará expiación por ella y quedará pura.”


+ Los pueblos primitivos oponen a menudo la sangre del varón, derramada en la guerra, la cual es noble y pura, y la que pierde la mujer, la cual es impura. Por tanto, el parto y las reglas de la mujer no dejan de inquietar a los varones (son ellos los que imponen sus criterios y hacen las leyes) y exigen ritos de purificación.
Vemos en esto cómo las leyes de la Biblia, aunque sean palabra de Dios, se adaptan a tiempos antiguos y a los criterios propios del pueblo de Israel. Jesús y su madre se sometieron a estos ritos (Lc 2,21); pero en eso mismo, Jesús nos liberó para siempre de la Ley (Gál 4,4)

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