sábado, 4 de febrero de 2012

12


Habrá un solo santuario

(o) 12 1 Estos son los preceptos, las normas y las leyes que procurarás poner en práctica todos los días de tu vida en la tierra que te ha dado Yavé, Dios de tus padres.
2 Ustedes destruirán totalmente todos los sitios donde los pueblos que van a desalojar han dado culto a sus dioses. 3 Ustedes lo harán tanto en los altos cerros como en las lomas y bajo los árboles frondosos. Demuelan, pues, sus altares, rompan sus pedestales, quemen sus troncos sagrados y hagan pedazos las esculturas de sus  dioses. Procuren borrar, en dichos, lugares, hasta el nombre de sus dioses.
4 Ustedes no tendrán para Yavé santuarios semejantes, 5 sino que solamente frecuentarán el lugar que Yavé escoja entre todas las tribus para poner allí su Nombre y habitar en él.
6 A ese lugar, todos ustedes llevarán sus víctimas, consumidas por el fuego y sus sacrificios, los diezmos y las ofrendas. Allí presentarán lo que prometieron a Dios y lo que ofrecen voluntariamente, así como los primeros nacidos de sus vacas y de sus ovejas.
7 Allí comerán en presencia de Yavé, y se alegrarán junto con sus familias, disfrutando de todo lo que hayan cosechado por la bendición de Yavé. 8 No harán ustedes allá lo que  hacemos nosotros aquí, cada uno lo que mejor le parece, 9 porque todavía no hemos llegado al lugar del descanso, ése es el país que Yavé les da en herencia.

10 Cuando pasen el Jordán y habiten en la tierra que Yavé les da en herencia, cuando él los haya puesto al abrigo de todo enemigo y vivan con tranquilidad, 11 entonces llevarán al lugar elegido por Yavé, para morada de su nombre, todo lo que yo les prescribo, las víctimas consumidas por el fuego, los sacrificios, los diezmos y las primicias del trabajo de sus manos, y lo más selecto de las ofrendas que hayan prometido por voto a Yavé. 12 Allí celebrarán ustedes sus banquetes delante de Yavé: ustedes y sus hijos e hijas, sus servidores y sus sirvientas, y también los levitas que viven entre ustedes, ya que ellos no tienen propiedad ni herencia como la tienen ustedes.

+ 13 Tengan cuidado de no ofrecer holocausto en cualquier lugar; 14 sólo en el lugar elegido por Yavé en una de tus tribus podrás ofrecer tus holocaustos y sólo allí harás todo lo que ordeno. 15 No obstante podrás sacrificar y comer carne en todas tus ciudades, siempre que lo desees y que no te falte por el favor de Yavé; pero ésta será carne de la que todos podrán comer, estén puros o impuros, como si se tratara de gacela o de ciervo. 16 Sin embargo, no comerán la sangre sino que la derramarán en la tierra como se derrama el agua.
17 No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, vino y aceite, ni los primeros nacidos de tu ganado, ya sean vacas u ovejas, ni tampoco de todas aquellas cosas que por voto y espontáneamente hayas ofrecido a Yavé. 18 Solamente lo comerás delante de Yavé, en el lugar que Yavé haya elegido, y contigo tus hijos, tus siervos y siervas, y estarás de fiesta delante de Yavé, tu Dios, comiendo el fruto de tu trabajo. 19 Cuida de no abandonar al levita mientras vivas.
20 Cuando Yavé haya ensanchado tus fronteras, como te tiene prometido, y quieras comer carne, podrás hacerlo siempre que quieras. 21 Si el lugar elegido por Yavé para su morada está muy lejos, podrás matar del ganado mayor o menor que Yavé te ha concedido del modo que yo te prescribo; lo podrás comer en tus ciudades a la medida de tus deseos, 22 pero lo comerás como se come la gacela o el ciervo: de él comerán igualmente el que se encuentre puro y el que no. 23 Cuida tan sólo de no comer la sangre, porque la sangre  es la vida y no debes comer la vida con la sangre. No la comerás, 24 sino que la verterás como agua sobre la tierra 25 para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, al hacer lo que es grato a los ojos de Yavé.
26 En cambio, las cosas que hayas consagrado y ofrecido  por voto a Yavé, las tomarás contigo y vendrás al lugar que haya elegido Yavé. 27 Allí sacrificarás tus holocaustos, tanto la carne como la sangre, sobre el altar de Yavé, tu Dios. Derramarás la sangre sobre el altar y luego comerás la carne.
28 Escucha y observa todas las cosas que te mando,  y siempre te irá bien a ti y a tus hijos después de ti, por hacer, lo que es bueno y correcto a los ojos de Yavé.
29 Cuando Yavé, tu Dios, haya extermiando delante de ti las naciones que vas a desalojar, cuando las hayas destruido y habites en su país, 30 ten cuidado de no dejarte engañar, y no sigas sus ejemplos después de haberlas destruido. No mires a sus dioses ni preguntes por ellos; no digas: “¿Cómo servía esta gente a sus dioses para que yo haga lo mismo?”
31 Tampoco honrarás a Yavé, tu Dios, con prácticas religiosas semejantes a las de esas naciones, ya que para honrar a sus dioses hicieron todo lo que Yavé aborrece, e incluso quemaron a sus hijos e hijas en honor de ellos.
32 Lo que yo te prescribo, tú lo harás sin quitar ni añadir nada.

(o) Con el capítulo 12 empiezan las leyes que deben regir a Israel para que sea realmente el pueblo de Dios.
La primera es la de destruir los lugares sagrados de los paganos. Eran emplazamientos arreglados en medio de los bosques, en la cumbre de los cerros. Ahí se ponía un palo parado entre piedras verticales.
La segunda prescripción es la de no tener otro templo que el de Jerusalén. A raíz de los abusos que surgieron de la multiplicación de los lugares de culto, los sacerdotes judíos procuraron realizar la unidad religiosa en torno al Templo de Jerusalén. Sin autoridad y vigilancia, era imposible impedir que los santuarios de Yavé se prestaran a muchos abusos e influencias de los cultos paganos.
¿Por qué quiso Dios un solo Templo? Aparentemente, por las mismas razones por las que quiso hacer sus promesas a una sola familia de reyes, la de David. Es que Israel primero y la Iglesia después tienen que ser en el mundo un signo de unidad. Si bien es cierto que el hombre puede dirigirse a Dios en cada momento y de cualquier manera que le dicte su fe, sin embargo tendrá que respetar la voluntad d Dios de que un solo pueblo lo sirva en su Unica Casa, su Iglesia.

+ El párrafo 12,13-19 establece la distinción entre matar animales para ofrecerlos en sacrificio, lo que estaba permitido sólo en el templo de Jerusalén, y matarlos para aprovechar la carne, lo cual se puede hacer en cualquier lugar, con tal de que se derrame la sangre.
De 12,29 a 13,19. Nueva adevertencia contra el peligro de la idolatría. Harás desaparecer el mal de en medio de ti (13,15) Pablo recordará estas palabras en 1 Cor 5,13 cuando pida que la comunidad cristiana eche fuera al que da malos ejemplos y se niega a reformar su vida. Como se dijo respecto de Josué 6, esta orden de matar a los que inducen  la idolatría viene de la certeza que Israel tiene la fe más preciosa del mundo: a ningún precio y por ningún motivo el pueblo elegido por Dios puede dejar que su fe se contamine con los errores de la humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario