martes, 19 de julio de 2011

6

Cómo Isaías fue llamado

6 1 El año en que murió el rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono elevado y magnífico, y el ruedo de sumanto llenaba el Templo. 2 Por encima de él había serafines de pie. Cada uno de ellos tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos los pies y con las otras volaban.

3 Y gritaban, respondiéndose el uno al otro: “Santo, Santo, Santo es Yavé de los ejércitos, su Gloria llena la tierra toda.” 4 Los postes de piedra de la entrada temblaban a la voz del que gritaba, y la Casa se llenaba de humo.

Yo exclamé:

5 “¡Ay de mí, estoy perdido,
porque soy un hombre de labios impuros,
y que vivo entre un pueblo de labios impuros,
y mis ojos han visto al rey, Yavé de los Ejércitos!”
6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines. Tenía un carbón encendido que
había tomado del altar con unas tenazas. 7 Tocó con él mi boca y dijo:

“Mira, esto ha tocado tus labios,
tu falta ha sido perdonada,
y tu pecado, borrado.”

8 Y oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”
y respondí: “Aquí me tienes, mándame a mí.”
9 El me dijo: “Ve y dile a este pueblo:

Pongan mucha atención, pero no entenderán,
miren bien, pero no distinguirán.

10 Trata de que se ponga pesado el corazón de este pueblo,
que se vuelvan sordos sus oídos
y que se les peguen sus ojos,
no sea que vean sus ojos;
oigan sus oídos,
comprenda su corazón,
y pueda convertirse y recuperar la salud.”

11 Yo dije: “¿Hasta cuándo, Señor?” Y él me respondió:

12 "Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitantes,
las casas desocupadas,
y la tierra abandonada;
hasta que Yavé haya expulsado a los hombres
y la soledad en el país sea grande.
13 Y si le quedara solamente la décima parte,
también habría de ser entregada al fuego,
como se quema el tronco del árbol cortado.
De su tronco, sin embargo, saldrá una raza santa.”

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