viernes, 29 de abril de 2011

JEREMÍAS


LOS QUE HACEN LA HISTORIA

Reyes y generales se agitan en el escenario político, sacerdotes y charlatanes proporcionan al pueblo la verdad que quiere oír, guerras y hambre tienen postrados a los hombres, ¿quién lleva adelante la misión de Israel, instrumento de Dios en el mundo?
Dios entonces se busca un encargado, no para Israel, sino para las naciones, y le confía la misión no de hablar, sino de arrancar y destruir, edificar y plantar. En una palabra, le encarga la misión de acelerar la historia. Este hombre será Jeremías, un muchacho de Anatot, descendiente de una familia de sacerdotes.
Lo importante no es que Jeremías haya pronunciado los discursos que contiene su libro, sino que haya sido el cooperador de Dios en sus decisiones soberanas con las cuales dirige la historia.
Pues si bien la historia la preparan los trabajadores, los militantes, los pensadores y los responsables de toda clase, Dios es quienjunta las fuerzas y dispone los acontecimientos de tal suerte que uno fracasa mientras que el otro obtiene éxito. Dios obra en la historia mediante las obras, las palabras, los escritos y los rezos de muchísima gente. Pero también impulsa fuerzas más profundas que sacuden la inercia de los corazones y hacen más fuerte entre los hombres el afán de justicia. En estos campos que Dios se ha reservado, solamente le cooperan los hombres de fe, especialmente esos pocos “grandes” que se entregaron totalmente a él.
Jeremías fue uno de ellos. Se le concedió pronunciar junto a Dios las condenaciones que se harían realidad, y con la misma eficacia, llamar los tiempos de la Nueva Alianza, o sea, apresurar la venida de Cristo. En varios lugares de la Biblia se nos da a entender (Gén.18,16), Jacob (Gén 33,25), Moisés (Ex 32,14), los mártires (Apoc 20,4). Jeremías, el muchacho calladito y pacífico de Anatot, pasó a ser uno de ellos porque se vació de su propia voluntad hasta tal punto que Dios le comunicara su amor celoso por Israel, y su propia indignación frente al pecado.
No sin razón los judíos creyeron en tiempos posteriores, que Jeremías, después de muerto, estaba delante de Dios, intercediendo por ellos (2 Mc 2,1 y 14,14) Y cuando los profetas posteriores a él hablaron de un Salvador sufrido, lo hicieron recordando las pruebas de Jeremías.

DATOS HISTÓRICOS

Entre las últimas profecías de Isaías (690) y la vocación (626) median sesenta años, de los cuales casi cincuenta corresponden al reinado de Manasés. Este hizo cuanto pudo por destruir la fe de los judíos(ver 2 Reyes 21). Después, en el año 640, un niñó, Josías, sube al trono y muy lentamente se reaniman las brasas de la fe.
Este es el momento en que el descubrimiento del libro de la Ley ocasiona una renovación religiosa, la Reforma de Josías (2 Reyes 22). Pero ya algunos años antes, Dios había llamado a Jeremías, como en el año 626 antes de Cristo.
Luego, los acontecimientos que siguieron y que presenció Jeremías se volvieron trágicos. Están contados a partir de 2 Reyes 23,25 y es´tan reproducidos en parte en Jeremías 39.

ORDENACIÓN DEL LIBRO DE JEREMÍAS

Las palabras de Jeremías no están ordenadas según las fechas en que fueron pronuciadas. Hay cuatro partes:
- Profecías contra Judá y Jerusalén, cap. 1-25
- Profecías contra las naciones anunciadas al final del capítulo 25, forman los capítulos 46-51
- Anuncios de felicidad, cap. 29-35
- Los sufrimientos de Jeremías, cap. 36-45

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