jueves, 31 de marzo de 2011

3

3 1 Y me dijo: “Hijo de hombre, come lo que te presentaron, come este libro y anda a hablar a la gente de Israel.”
2 Abrí la boca y me hizo tragar el libro. 3 Y me dijo: “Aliméntate y llena tus entrañas con este libro que te doy.” Lo comí, pues, y en la boca lo sentí dulce como la miel.
4 Me dijo después: “Hijo de hombre, dirígete a la gente de Israel y háblales con mis propias palabras. 5 Porque te envío a la gente de Israel y no a un pueblo de idioma desconocido y bárbaro, cuyas palabras no entenderías. 6 Pero si te enviara a ellos, te escucharían.
7 En cambio, la gente de Israel no querrá escucharte, porque no quiere escucharme a mí; pues son de cabeza dura y de corazón testarudo. 8 Por eso te voy a dar un rostro duro como el suyo y una frente dura como la suya. 9 Mira, yo hago que tu rostro sea como el diamante, más duro que cualquier roca; así que no temerás, ni les tendrás miedo, por muy rebeldes que sean.”
10 Me dijo además: “Hijo de hombre, todas las palabras que te diga, escúchalas con tus oídos y grábalas en tu mente. 11 Ve donde los desterrados, la gente de tu pueblo, y empezarás así: Esta es la palabra del Señor Yavé. Y hablarás, quieran escucharte o no.”
12 Entonces el Espíritu me arrebató, yoí detrás de mí el ruido de un gran clamor: “¡Bendita sea la Gloria de Yavé encualquier lugar donde esté!” 13 Al mismo tiempo oí el rumor producido por las alas de aquellos seres al batir una con otra, yel ruido d elas ruedas era como un estruendo.
14 El Espíritu me arrebató y me llevó de allí; yo me fui amargado y lleno de furor, porque la mano de Yavé pesaba fuertemente sobre mí. 15 Llegué a Telaviv, junto a los desterrados que vivían a lo largo del río Quebar, y me quedé como atontado siete días en medio de ellos.

Te he puesto como centinela

16 Al cabo de ese tiempo, Yavé me dirigió la palabra:
17 “Hijo de hombre, te he puesto como centinela de la casa de Israel, así que estarás atento a las sentencias que salgan de mi boca, y los aconsejarás de mi parte. 18 Cuando yo diga al impío: “Morirás”, si tú no lo reprendes ni le adviertes que deje su conducta perversa para que pueda vivir, él morirá por su maldad, y a ti te pediré cuenta de su vida. 19 Pero si tú amonestas al malvado y él no se convierte de su mala vida, él morirá por su maldad; pero tú te habrás salvado a ti mismo. 20 Del mismo modo, si el justo se desvía de su justicia y comete la maldad, y al ponerle yo una prueba, caer porque tú no lo aconsejaste, él morirá en su pecado y no le serán consideradas las buenas obras que había hecho, pero a ti te pediré cuenta de su vida. 21 Pero si tú aconsejas al justo que no peque, y él no peca, vivirá él porque fue aconsejado, y tú te salvarás.”

Ezequiel se queda mudo

22 Allí la mano de Yavé fue sobre mí y me dijo: “Levántatre, sal al valle, y allí hablaré contigo.” 23 Me levanté, y fui al valle. La Gloria de Yavé ya estaba allí, tal como la había contemplado, cerca del río Quebar, y caí rostro en tierra.
24 Entonces un espíritu entró en mí, me hizo mantenerme de pie y me dijo: “Ve a encerrarte a tu casa. 25 Hijo de hombre, mira que te echan cuerdas con las que te quedas atado y ya no puedes salir en medio de ellos. 26 Hago que la lengua se te pegue al paladar y te quedes mudo; por un tiempo no serás el que habla y los reprende porque sonuna raza de rebeldes. 27 Pero me bastará hablarte para que recuperes el uso de la palabra. Y entonces les dirás: Este es el mensaje de Yavé; quien quiera escuchar, que escuche; quien no quiera, no escuche; pues, como sea, son una raza de rebeldes.

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