lunes, 31 de enero de 2011

31

31 1 El día primero, del tercer mes, del año once, Yavé me dirigió su palabra y dijo: 2 “Hijo de hombre, di al Faraón, rey de Egipto, y a su pueblo: ¿a quien te compararé en tu poder? 3 A un cedro del Líbano, de hermosas ramas y hojas abundantes, de gran altura y con la copa entre las nubes.
4 Las aguas lo alimentaron y del abismo subieron los ríos alrededor de sus raíces y él distribuía con sus raíces las aguas a los demás árboles de esa región. 5 Por eso ganó en altura a todos los árboles del campo. Sus ramas se multiplicaron y crecieron gracias a la abundancia de las aguas. 6 Como daba mucha sombra, anidaron bajo sus ramas todas las aves del cielo; y todas las bestias de los bosques, y un inmenso gentío se acogía a su sombra. 7 Era muy hermoso por su altura y por el largo de sus ramas; porque sus raíces se hallaban cerca de abundantes aguas.
8 En el paraíso de Dios no hubo cedros más altos, los cipreses no igualaron su copa, ni los plátanos sus ramas; no hubo en el jardín del paraíso árbol semejante ni tan hermoso como él. 9 Y porque yo lo hice tan hermoso, por sus muchas ramas, todos los árboles del jardín del paraíso, le tuvieron envidia.
10 Por eso, así habla Yavé: Porque ha crecido y levantado su copa hasta las nubes y se sintió muy orgulloso, al verse tan alto, 11 yo lo entregaré al poder de un pueblo más fuerte, que va a hacer de él lo que quiera. Lo rechacé porque lo merecía por su impiedad. 12 Unos pueblos extranjeros y naciones de las más terribles lo cortarán y lo echarán por tierra. Sus ramas caerán por todos los valles y sus retoños quedarán cortados por todas las rocas. Todos los pueblos de la tierra se retirarán de su sombra y lo abandonarán. 13 Todas las aves del cielo se posarán en sus despojos y todas las bestias del campo sobre sus ramas.
14 Por esta causa, ninguno de los árboles plantados cerca de la corriente de las aguas se pondrá orgulloso por su grandeza, ni elevará su copa entre las esperas arboleda, ni confiarán en su grandeza todos esos árboles regados; porque todos han sido entregados al poder de la muerte y cayeron al profundo sepulcro como los demás hombres que bajan a la tumba.
15 Esto dice el Señor Yavé: En el día en que él bajó al sepulcro, yo mismo ordené un duelo. Yo cerré sobre él la puerta del lugar de los muertos. Yo detuve sus ríos y sus aguas abundantes. El Líbano se entristeció por su causa y se marchitaron todos los árboles del campo. 16 Con el estruendo de su ruina hice estremecer las naciones, cuando lo hice caer en el abismo con los demás que bajan al sepulcro. Allá en lo profundo de la tierra se alegraron todos los árboles del paraíso, famosos y grandes en el Líbano, todos los que regaban las aguas.
17 Sus descendientes también que vivían bajo su sombra en medio de las naciones bajaron con él al abismo con los que murieron al filo de la espada.
18 ¡Oh árbol ilustre y sublime entre los árboles del paraíso!, ¿a quién te hiciste semejante? Con los árboles del paraíso fuiste lanzado a lo profundo de la tierra; dormirás en medio de los incircuncisos que fueron pasados a cuchillo. Dice el Señor Yavé: así le sucederá a Faraón y toda su gente.

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