martes, 7 de diciembre de 2010

11

De Egipto llamé a mi hijo

11 1 Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. 2 Pero, mientras los llamaba yo, más se alejaban de mí. Ofrecieron sacrificios a los baales y quemaron incienso ante los ídolos.
3 Yo, sin embargo, le enseñé a andar a Efraím, sujetándolo de los brazos, pero ellos no entendieron que era yo quien cuidaba de ellos. 4 Yo los trataba con gestos de ternura, como si fueran personas. Era para ellos como quien les saca el bozal del hocico y le ofrece en la mano el alimento.
5 Pero, ya que no han querido volver a mí, volverán de nuevo a Egipto y tendrán por rey a Asiria. 6 La espada arrasará sus ciudades, exterminará a sus hijos y se saciará con sus fortalezas.

7 Mi pueblo está pagando ahora su infidelidad, pues invocan a Baal, pero nadie lo ayuda. 8 ¿Cómo no te voy a rescatar, Israel? ¿Será posible que te abandone como a Adma o que te trate igual que a Seboim? Mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas. 9 No puedo dejarme llevar por mi indignación y destruir a Efraím, pues soy Dios y no hombre. Yo soy el Santo que está en medio de ti, y no me gusta destruir.
10 Ustedes seguirán a Yavé, que rugirá como león. Sí, rugirá y sus hijos vendrán temblorosos desde el occidente. De Egipto acudirán como pájaros, del país de Asur como palomas, y haré que vuelvan a habitar sus casas. Palabra de Yavé.

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