8 1 Escuché que Yavé de los Ejércitos me decía: “Transmíteles este mensaje: 2 He querido a Sión hasta los celos y por ella he llegado hasta enojarme. 3 He vuelto a Sión, pues quiero residir en Jerusalén. Esta será llamada Ciudad fiel, y en el cerro de Yavé de los Ejércitos, Cerro Santo.” 4 Y prosiguió el Señor: “Los ancianos y las viejas volverán a sentarse en las plazas de Jerusalén, apoyándose en su bastón por el paso de los años. 5 Las calles de la ciudad se llenarán de niños y niñas, que andarán corriendo por ellas. 6 Y pregunta el Señor: “Si esto ahora les parece imposible a los que han quedado de este pueblo, ¿tendré yo también que pensar que no es posible? 7 Pues bien, dice Yavé, yo salvo a mi pueblo que se encuentra tanto al oriente como al poniente. Los voy a juntar para que vivan en Jerusalén. 8 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, guardándonos mutuamente fidelidad y respeto.
9 No bajen sus manos desalentados, les aconseja Yavé de los Ejércitos, ustedes que escuchan ahora hablar a los profetas en este día en que se puso la primera piedra para reconstruir el Santuario del Señor. 10 Pues y hasta hace poco ni los hombres recibían su salario ni los animales su alimento: nadie podía viajar de un lado a otro con tranquilidad, debido al enemigo; y yo mismo, incluso, había lanzado a los habitantes los unos contra los otros. 11 Pero ahora, trato al resto de este pueblo en forma distinta al pasado, dice Yavé.
12 Pues yo sembraré la paz, la viña dará uva; la tierra, sus productos; el cielo entregará su rocío. Todo esto se lo daré a lo que queda de este pueblo. 13 Así como antes ustedes, gente de Judá y de Israel, eran una raza maldita para todo el mundo, así también, ahora yo los salvaré para quesea felicitados por todos. ¡No se desalienten, pues, y tengan confianza!
14 Esto es lo que dice Yavé: Así como yo estaba resuelto a castigarlos cuando sus padres me disgustaron, sin que diera muestras de ceder, 15 así también ahora, cambiando de parecer, he decidido tratar bien a Jerusalén y a la gente de Judá. No teman, pues.
16 Esto es lo que deben hacer: Díganse la verdad unos a otros. Cuando juzguen, procuren ante todo unir a las personas; 17 no anden pensando cómo perjudicar a otro; no sean amigos de jurar en falso. Porque éstas son las cosas que aborrezco, dice Yavé.”
18 Yavé de los Ejércitos me habló de nuevo para decirme: 19 “Diles de mi parte que los días de ayuno de junio, julio, septiembre y diciembre serán en adelante para la gente de Judá días feriados, de fiesta y regocijo. Pues a mí me interesa mucho más que ustedes sean sinceros y vivan en paz.
20 Así habla Yavé todopoderoso: “Llegarán a Jerusalén gentes de diversos países, habitantes de grandes ciudades. 21 De una ciudad a otra se enviarán invitaciones diciendo: “Vengan con nosotros a orar ante Yavé, a pedirle consejos; pues ya estamos listos para partir.”
22 Y llegarán a Jerusalén para adorar a Yavé de los Ejércitos y pedirle favores, pueblos numerosos y naciones poderosas. 23 En esos días, diez hombres, de distinta nacionalidad cada uno, agarrarán el manto de un judío, suplicándole: “Queremos ir contigo, pues sabemos que Dios está con ustedes.”
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