Contra Jerusalén
3 1 ¡Ay de la rebelde, de la manchada, de la ciudad opresora! 2 No ha hecho caso a mi llamado, ni ha querido aceptar mi corrección, nunca ha tenido confianza en Yavé ni se ha acercado a su Dios. 3 Sus reyes se comportan como leones que rugen; sus gobernantes son como lobos nocturnos que no guardan ni un hueso para el día siguiente. 4 Sus profetas son unos charlatanes que andan engañando; sus sacerdotes profanan las cosas santas y no respetan la Ley.
5 Sin embargo, en su interior está Yavé, que es justo y que nunca comete injusticia, cada mañana él dice lo que se debe hacer, sin faltar un solo día; pero el injusto ni siquiera se siente avergonzado.
6 He borrado del mapa a las naciones, he demolido sus torres de defensa, he dejado sus calles solitarias; nadie pasa por ellas, sus ciudades han sido arrasadas y no se ve ni un hombre, ni un habitante siquiera.
7 Yo pensaba: “¡Si al menos tú me temieras y tomaras en cuenta mi reprensión! Así tendrías siempre presente ante tus ojos las veces que por algo te castigué.” Pero ellos, al contrario, se han apresurado a comportarse mucho peor aún.
8 Por esto, espérenme, les dice Yavé, para el día en que yo venga a acusarlos. Cuando ordene con autoridad que se reúnan las naciones y que se junten los imperios para descargar sobre ustedes mi enojo, todo el ardor de mi ira, entonces todo el territorio será consumido por el fuego de mis celos.
9 Sí, yo daré a los pueblos labios puros para que todos puedan invocar el Nombre de Yavé y servirlo también con un mismo celo. 10 De más allá de los ríos de Etiopía, mis fieles me traerán ofrendas junto con los dispersos de mi pueblo.
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