![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSzyGfanhgJkKH01qvYijF5WqUk9-sTdroL5oRW6m7lw4_juTTe8w8MU2sa41xIoQWv-Az0-16dlvW3OrrN9snByyBQnbSZpPxIhIzaMvxYBYlerRFu7TnrtAyzdob7YpqS0bdMZgTHVRX/s280/Lamentaciones+1.jpg)
INTRODUCCIÓN
Después de la ruina de Jerusalén y de las cosas horrendas que sucedieron en esta ocasión, los creyentes tratan de comprender. No se quejan, ven la ruina como castigo merecido por los muchos desórdenes y por el constante rechazo de las advertencias de Dios. Y, sin embargo, saben que Yavé ama a su pueblo, lo creen, lo sienten y lo afirman.
Cuando los desterrados volvieron a Jerusalén, muy posiblemente se reunían para orar en común en los escombros de lo que había sido el Templo, y juntos alternaban estos lamentos. Después siguieron rezándolos cada uno en la fecha que recordaba la catástrofe, y más tarde la Iglesia se acostumbró a usarlos para recordar la muerte de Jesús.
En la Pasión del Señor, el creyente ve la acumulación de los sufrimientos y de las angustias de la humanidad. Estos poemas lo ayudan a unir en una misma compasión los dolores de Cristo y la miseria inmensa de la muchedumbre de los que sufren. Lo ayudarán a unir la visión del dolor universal y el sentido del pecado y de la responsabilidad de los hombres.
Una tradición judía atribuye a Jeremías estos poemas que revelan un espíritu bien parecido al suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario