viernes, 16 de julio de 2010

9

Envíame tu sabiduría

9 1 Dios de nuestros padres, Señor de misericordia, que por tu palabra lo hiciste todo.
2 Tú, que por tu sabiduría formaste al hombre para que dominara las creaturas salidas de tus manos, 3 para que gobernara al mundo con santidad y justicia y pronunciara sentencias con alma recta, 4 dame la sabiduría que comparte tu trono y no me rechaces del número de tus hijos.
5 Porque yo soy tu servidor y el hijo de tu sierva, hombre débil y de vida pasajera, y no alcanzo a comprender la justicia y las leyes.
6 En efecto, al más perfecto de entre los hombres, si le falta la sabiduría que viene de ti, no merece ninguna consideración.
7 Tú me elegiste para que reinara sobre tu pueblo, para que mandara a tus hijos e hijas.
8 Tú me ordenaste que edificara un templo en tu santo cerro, un altar en la ciudad en que fijaste tu tienda, imagen de la morada celeste que tú preparaste desde el origen.
9 Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras y que estaba presente cuando creabas el mundo; ella sabe lo que te agrada, y lo que es conforme a tus pensamientos.
10 Envíala desde los santos cielos, mándala desde tu trono de gloria, para que trabaje conmigo, y yo sepa lo que te agrada.
11 Ella me guiará prudentemente en mis empresas y me protegerá con su poder.
12 Entonces mis obras te agradarán, Señor; regiré a tu pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre David.
13 En efecto, ¿qué hombre podría conocer los designios de Dios? ¿Quién penetrará los planes y decisiones del Señor?

14 Los pensamientos de los mortales son tímidos, e inseguras las ideas que nos formamos, 15 pues un cuerpo corruptible entorpece la conciencia, y el vivir en casa de barro hace pesado el espíritu con sus mil pensamientos.
16 Trabajosamente imaginamos lo que en la tierra hay, y con fatiga hallamos lo que está a nuestro alcance. ¿Quién entonces ha sabido lo que decides en los cielos?
17 Y ¿quién pudo conocer tu voluntad, si tú no le hubieras enviado de lo alto tu Espíritu Santo?
18 Gracias a la Sabiduría se enderezaron los pasos de los mortales. Los hombres aprendieron lo que a ti te agrada y por la Sabiduría se salvaron.

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