miércoles, 14 de julio de 2010

6

6 1 El hombre malvado heredará confusión y vergüenza, lo mismo el pecador que miente.
2 No te entregues a tus pasiones; se volverían contra ti y, cual un toro, te destrozarían.
3 Devorarían tus hojas y destruirían tus frutos, dejándote como un tronco seco.
4 Una pasión mala pierde al que la tiene y hace de él la burla de sus enemigos.

La amistad

5 Las palabras suaves hacen ganar amigos y la lengua amable multiplica las respuestas afectuosas. 6 Que sean muchos tus amigo, pero ten uno entre mil como consejero.
7 Si quieres un amigo, comienza por probarlo y no confíes en él inmediatamente. 8 Porque hay amigos de ocasión que no son fieles el día de la desgracia. 9 Hay amigos que se vuelven enemigos y que se pondrán a hablar de tus líos para avergonzarte.
10 Hay amigos que comparten tu mesa, que no te serán fieles cuando te vaya mal. 11 Mientras te vaya bien, serán como tu sombra y vendrán a mandar a tus servidores. 12 Pero, al verte humillado, se volverán en contra tuya y evitarán tu mirada.
13 Aléjate de tus enemigos y cuídate de tus amigos.
14 El amigo fiel es refugio seguro; el que lo encontró ha hallado un tesoro. 15 ¿Qué pagarías por tener un amigo fiel? No tiene precio. 16 El amigo fiel es remedio saludable, y los que temen al Señor lo encontrarán. 17 El que teme a Dios se hacer verdaderos amigos, pues, como es él, así serán sus amigos.

18 Hijo, dedícate a la instrucción desde tu juventud, y hasta tu vejez encontrarás sabiduría.
19 Trabájala así como hacen el labrador y el sembrador y espera pacientemente sus buenos frutos; te cansarás un poco al trabajarla, pero pronto comerás sus frutos.
20 Es muy dura con los ignorantes y el tonto no perseverará en ella. 21 Le pesará como piedra de toque y no tardará en arrojarla.
22 Pues la sabiduría hace honor a su nombre y no se manifiesta a todos.
23 Escucha, hijo, acepta mi sentencia y no rechaces mi consejo. 24 Introduce tus pies en sus grillos y tu cuello en su yugo. 25 Encorva tu espalda y cárgala, no te rebeles contra sus amarras. 26 Acércate a ella con toda tu alma y guarda sus caminos con toda tu fuerza. 27 Sigue sus huellas, búscala y se te hará presente, y cuando la tengas, no la dejes ir. 28 Porque al fin encontrarás en ella tu descanso y se volverá alegría para ti. 29 Sus grillos entonces te protegerán y su yugo pasará a ser un adorno precioso. 30 Pues ella viste adornos de oro y sus amarras son cintas preciosas. 31 Te vestirás con ella como si fuera un vestido de gloria, y te la ceñirás como una corona de júbilo.
32 Hijo, si quieres, aprenderás, y con el esfuerzo conseguirás habilidad. 33 Si quieres escuchar, aprenderás, presta atención y serás sabio.
34 Ve a la reunión de los ancianos, y si hay un sabio acércate a él.
35 Anhela escuchar todo discurso profundo y no dejes escapar las sentencias de los sabios.
36 Si hallas un hombre inteligente, síguelo desde el amanecer, y que tus pies desgasten el umbral de su puerta.
37 Medita en los mandamientos del Señor y ocúpate siempre en sus preceptos. El mismo afirmará tu corazón y te concederá la sabiduría que deseas.

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