jueves, 24 de junio de 2010

43 (42)

Continuación del salmo anterior.- Es la oración fervorosa que el creyente, sumergido en un ambiente contrario, dirige a Dios para no vacilar en su fe.

1 Hazme justicia y defiende mi causa
del hombre sin piedad;
de la gente tramposa y depravada
líbrame, tú, Señor.

2 Si tú eres, oh mi Dios, mi fortaleza,
¿por qué me desamparas?
¿Por qué tengo que andar tan afligido
por la opresión rival?

3 Envíame tu luz y tu verdad,
que ellas sean mi guía
y a tu santa montaña me conduzcan,
al lugar donde habitas.

4 Y al altar del Señor me acercaré,
al Dios de mi alegría;
jubiloso con arpas cantaré
a mi Dios, al Señor.

5 ¿Qué tienes, alma mía, que te abate?
¿por qué gimes en mí?
Confía en Dios, que aún le cantaré
a mi Dios Salvador.

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