miércoles, 2 de junio de 2010

137 (136)

Jerusalén, no te olvidaré.

1 Al borde de los canales
que pasan por Babilonia,
nos sentábamos llorando
al recordar a Sión.
2 En los sauces, que allí crecen,
habíamos colgado nuestras arpas.
3 Fue entonces cuando nuestros vencedores
nos pedían canciones
y nuestros opresores
un canto de alegría.
“¡Cántennos, nos decían,
un canto de Sión!”

4 “¿Cómo íbamos nosotros a cantar
canciones del señor
en un suelo extranjero?”

5 Si me olvido de ti, Jerusalén,
que mi mano se olvide de servirme.
6 Que mi lengua se pegue al paladar
Si de ti no me acuerdo,
o si Jerusalén no es para mí
mi mayor alegría.

7 Acuérdate, Señor,
de la gente edomita que decía,
el día en que cayó Jerusalén:
“Echen abajo todo,
arrásenla hasta los mismos cimientos.•

8 Hija de Babilonia,
que serás destruida,
dichoso el que te hiciere
los males que a nosotros nos hiciste.
9 Dichoso aquel que agarre a tus pequeños
y los haga pedazos en las piedras.

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