domingo, 1 de abril de 2012

43



Nuevo viaje a Egipto

43 1 La escasez de alimentos seguía siendo muy grande en el país, 2 y cuando se hubo terminado el trigo traído de Egipto, su padre les dijo: “Vuelvan a comprarnos un poco de comida.” 3 Judá contestó: “Aquel hombre nos dijo bien claro que no nos admitiría en su presencia si no iba con nosotros nuestro hermano. 4 Si mandas a Benjamín con nosotros, entonces iremos a busca provisiones, 5 pero si no lo mandas no bajaremos, porque aquel  hombre nos dijo: “No verán mi cara si no está con ustedes su hermano más pequeño.” 6 Dijo entonces Israel: “Por qué, para desgracia mía, le dijeron a ese hombre que tenían otro hermano”? 7 Ellos contestaron: “Aquel hombre nos preguntó con tanta insistencia sobre nosotros y nuestra familia: ¿Vive todavía su padre? ¿Tienen algún otro hermano?, y nosotros contestamos estas preguntas. ¿Cómo nos íbamos a imaginar que diría: Tráiganme a ese hermano?”
8 Dijo Judá a su padre Israel: “Deja que el muchacho venga conmigo a fin de que podamos partir. Solamente de esta manera conservaremos la vida en vez de morir nosotros y nuestros hijos. 9 Yo respondo por él, pídeme cuenta de él. Si no te traigo de vuelta ni te lo muestro de nuevo, no me perdones jamás esta falta. 10 Si no nos hubiéramos entretenido tanto, a estas horas ya hubiéramos  vuelto dos veces.” 11 Israel, su padre, les dijo: “Ya que eso es inevitable, hagan lo siguiente. Lleven en sus sacos de los productos del país y ofrézcanselo como un regalo a aquel hombre: un poco de tragacanto, un poco de miel, de goma, láudano y almendras. 12 Lleven también doble cantidad de dinero y devuelvan personalmente el dinero que apareció en la boca de sus sacos, tal vez se deba a alguna equivocación.
13 Tomen a su hermano, levántense y vuelvan donde aquel hombre. 14 Que el Dios de las Alturas les haga hallar misericordia ante ese hombre para que les devuelva a su hermano y también a Benjamín. En cuanto a mí, si he perdido a mis hijos, es que tenía que perderlos.”
15 Tomaron entonces los regalos, y la doble cantidad de su dinero y a Benjamín, y poniéndose en camino bajaron a Egipto. Se  presentaron a José. 16 Este, al ver que los acompañaba Benjamín, dijo a su mayordomo: “Lleva a casa a estos hombres, haz matar algún animal y prepáralo, porque estos hombres comerán conmigo a mediodía.”
17 El mayordomo hizo como José le ordenó y los llevó a casa de José. 18 Ellos se asustaron porque eran llevados a casa de José yc omentaban entre sí: “Seguramente nos meten aquí por causa del dinero que nos devolvieron en nuestro ssacos. Nos han hecho entrar para asaltarnos. Nos tomarán como esclavos y se apoderarán de nuestros burros.” 19 Por eso, acercándose al mayordomo 20 le dijeron: “Perdón, mi señor, pero ya vinimos una vez a comprar grano 21 y cuando en la posada abrimos nuestros sacos, el dinero de cada uno estaba en la boca de los sacos. Contamos bien el dinero y ahora lo tenemos aquí para devolverlo. 22 Pero, al mismo tiempo, tenemos más plata para comprar lo que necesitamos No sabemos quién puso nuestro dinero en los sacos.” El les dijo: “Quédense tranquilos. 23 El Dios de ustedes, el Dios de sus padres les ha puesto un tesoro en sus sacos, ya que recibí su plata.” Luego les entregó a Simeón.
24 El hombre los hizo entrar en casa de José y les dio agua para que se lavaran los pies y forraje para sus burros. 25 Ellos prepararon el regalo esperando que José llegara al mediodía, porque habían oído decir que comería allí. 26 Al entrar José a la casa le ofrecieron el regalo y lo saludaron inclinándose hasta el suelo. 27 El les preguntó cómo estaban y agregó: “Está bien el padre de ustedes, aquel anciano de quien me hablaron? ¿Vive todavía?” 28 Ellos respondieron: “Tu siervo, nuestro padre, está bien y vive todavía.” Después se inclinaron hasta el suelo.
29 Entonces José levantando la vista vio a Benjamín, su  hermano, hijo de su misma madre, y dijo: “¿Este es el  hermano menor de quien me hablaron?” y agregó: “Dios te bendiga, hijo mío.” 30 José tuvo que salir rápidamente porque se sintió  muy conmovido por la presencia de su hermano y le vinieron ganas de llorar. 31 Después se lavó la cara y volvió. Tratando de dominarse, ordenó: “Sirvan la comida.” 32 Se la sirvieron por separado, él comía aparte, ellos también aparte, y a los egipcios que comían con él también les sirvieron aparte. Es que los egipcios no pueden comer con los hebreos; de hacerlo, Egipto se tendría por deshonrado.
33 Se sentaron, pues, frente a él, el mayor en el primer asiento y el menor en el último, mirándose el uno al otro con asombro. 34 Después separó para ellos partes de lo que se le había puesto en la mesa, y la parte de Benjamín era cinco veces más grande que la de los demás. Bebieron junto a él y se sintieron muy alegres.

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