martes, 3 de abril de 2012

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Los sueños de Faraón

+ 41 1 Dos años después, Faraón tuvo este sueño:
Estaba en la orlla del Nilo 2 cuando vio que salían del río siete vacas hermosas y muy gordas, que se pusieron a pastar entre los juncos. 3 Detrás de ellas salieron otras siete vacas feas y flacas que se pusieron a l lado de las primeras junto a la orilla del Nilo. 4 Y estas vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas gordas y hermosas. Faraón despertó, 5 y al dormirse de nuevo tuvo otro sueño: soñó que siste espigas granadas y buenas salían de un mismo tallo, 6 pero que después de éstas brotaban otras siete delgtadas y quemadas por el viento que se tragaban a la siete grandas y repletas. 7 Despertó Faraón y se dio cuenta que era un sueño.
8 A la mañana siguiente Faraón se  levantó muy preocupado. Mandó a llamar a todos los adivinos y sabios de Egipto y les contó sus sueños, pero nadie pudo darle una explicación. 9 Entonces , el jefe de los que sirven las bebidas pidió la palabra y dijo a Faraón: “Voy a recordar una falta mía. 10 Faraón se abía enojado conmigo y me tenía detenido en la casa del capitán de la guardia, junto con el panadero del palacio. 11 Entonces los dos tuvimos sendos sueños, en la misma noche, con significación diferente; 12 había allí un joven hebreo, esclavo del capitán. Le contamos el sueño y él a cada uno le dio el significado de su sueño. 13 Y sucedió justo como él dijo. Yo fui respuesto en mi cargo y el otro ahorcado.”
14 Faraón entonces mandó llamar a José. Fue sacado rápidamente de la cárcel. Lo afeitaron y le cambiaron de ropa para presentarlo a Faraón.
15 Faraón dijo a José: “He tenido un sueño y nadie a podido explicármelo. He oído decir que a ti te basta con que te cuenten un sueño para que tú lo expliques.” 16 A lo cual José respondió: “No soy yo, es Dios quien te dará una respuesta favorable.” 17 Faraón refirió su sueño a José.

18 “Estaba parado a la orilla del Nilo, cuandode pronto subieron del río siete vacas hermosas y muy gordas que se pusieron a pasar entre los juncos. 19 Pero detrás de ellas subieron otras siete vacas flacas y feas como no he visto nunca en todo Egipto, 20 y las siete vacas flacas y feas se comieron a las las siete vacas gordas, 21 que entraron en su vientre sin que se notara, porque siguieron tan flacas y feas como antes. Entonces me desperté. 22 Vi también en mi sueño siete espigas llenas y granadas que salían de un solo tallo. 23 Pero siete espigas secas, vanas y quemadas por el viento brotaban detrás de ellas. 24 Las espigas vanas se tragaron a las espigas hermosas. Se lo he contado a los adivinos y nadie me lo ha podido explicar.”

25 José respondió a Faraón: “Tu sueño, Señor, es uno solo. Dios te ha anunciado lo que El va a hacer. 26 Las siete vacas hermosas, al igual que las siete espigas granadas, son siete años de abundancia. 27 Las siete vacas feas y raquíticas, que salieron detrás, al igual que la ssiete espigas vanas y quemadas por el viento del este, son siete años de hambre. 28 Esto es lo que puedo decirle a Faraón y que Dios ha querido mostrarle. 29 Vendrán siete años en que habrá de todo en abundancia en Egipto, 30 pero, en seguida, vendrán siete años de escasez que harán olvidar toda la abundancia anterior del país y que lo agotarán. 31 La escasez tremenda que sobrevendrá hará desaparecer la abundancia del país.
32 Si el sueño se te presentó dos veces, esto quiere decir que Dios está muy decidido a realizar  estas cosas y que pronto las cumplirá. 33 Ahora, pues, aconsejo a Faraón que busque un hombre inteligente y sabio para ponerlo al frente de Egipto. 34 Que nombre, además, intendentes en todo el país que recauden la quinta parte de la cosecha durante estos siete años de abundancia: 35 recogerán los víveres de estos siete años buenos y almacenarán el grano en las ciudades donde lo guardarán bajo la autoridad de Faraón. 36 De esta manera quedarán reservas para los siete años de escasez que vendrán, y así el pueblo no morirá de hambre.”

José, primer ministro

37 A Faraón y a sus servidores les agradó el discurso de José. 38 Y dijo Faraón a sus oficiales: “¿Dónde encontraremos un hombre como éste que tenga el espíritu de Dios?” 39 Y dijo a José: “Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay hombre más inteligente ni sabio que tú. 40 Te pongo al frente de toda mi casa; todo mi pueblo obedecerá tus órdenes y ocuparás el segundo lugar en Egipto.” 41 y añadió: “Mira, te pongo al frente de todo el país.”
42 Y quitándose el anillo de la mano lo puso en la de José; lo hizo vestir con ropas de puro lino y colocó en su cuello un collar de oro. 43 Luego lo hizo subir a la segunda carroza del palacio y ordenó que alguien fuera delante de su carro anunciando::”¡Pongan atención!”. Así quedó José al frente de todo el país de Egipto.
44 Después el rey dijo a José: “¡Yo soy Faraón! Sin tu orden nadie moverá mano ni pie en Egipto.” 45 Faraón llamó a José Safenta-Paneaj y le dio por esposa a Asenat, hija de Putifar, sacerdote del dios On. Después de esto, salió José a recorrer todo el país de Egipto. 46 José tenía treinta años cuando se presentó ante Faraón, rey de Eripgo. Se retiró de su presencia y se puso a recorrer todo el país de Egipto.
47 Durante los siete años de abundancia hubo grandes cosechas. 48 José reunió todos los víveres de estos años en que hubo abundancia y los depositó en las ciudades: en cada ciudad se almacenaban los productos del campo de los alrededores. 49 José juntó tanto trigo como la arena del mar, a tal punto que debieron parar de contabilizarlo, pues sobrepasaba todo cálculo.
50 Antes de que llegaran los años de hambre le nacieron a José dos hijos. La madre era Asenat, hija de un sacerodte del dios On. 51 Al primer niño lo llamó Manasés, o sea, “He olvidado”, pues decía: “Dios me ha hecho olvidar mi pena y a la familia de mi padre.” 52 Al segundo lo llamó Efraím, o sea, “He fructificado”, pues decía: “Dios me ha hecho fecundo en la tierra de mi aflicción:”
53 Pasados los siete años de abundancia en Egipto 54 llegaron los siete años de sequía, según lo anunciado por José. Hubo hambre pot todos los países pero en Egipto había pan. 55 En todo Egipto empezó a sentirse el hambre; el pueblo, entonces, le pedía a gritos a Faraón, pan, pero éste les decía a todos: “Vayan donde José y hagan lo que él les diga.” El hambre se extendió además por el resto del mundo. 56 José abrió los almacenes y vendió el trigo a los egipcios.
57 El hambre se hizo sentir más, y de todas partes llegaron a Egipto a comprar trigo a José, ya que la escasez era universal.

+ Esos sueños y los sucesos que los acompañan nos pintan al vivo el drama que vivía Egipto entre lluvias, riegos y sequías. La tradición hebrea atribuye a José la organización estatal que almacena los excedentes con miras a la sequía. Se insiste en la fidelidad de José y en que Dios nunca le faltó. Pues, en ese tiempo, l os creyentes no sabían del más allá. Por eso les importaba mostrar cómo el justo José recibió en esta vida el premio de su constancia.

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