miércoles, 18 de abril de 2012

14



14 1 Y sucedió por aquel tiempo que Amrafel, rey de Senaar, y Arioc, rey del Ponto, y Codorlamor, rey de los elamita, y Tadal, rey de Naciones, 2 declararon la guerra a Bara, rey de Sodoma, Bersa, rey de de Gomorra, Sineab, rey de Adarna; Semeber, rey de Seboim, y el rey de Bala, o sea Soar. 3 Estos se reunieron en el valle de Sidim, que es ahora el Mar Salado. 4 Porque habiendo estado doce años sirviendo a Codorlamor, el año decimotercero decidieron rebelarse. 5 Por eso el año decimocuarto vino éste junto con los reyes que estaban de su parte.
Derrotaron a los rapaítas en Astarocarnaim, a los zuzitas en Ham, a los emitas en Save Cariataim 6  y a los horeos en los cerros de Seir, hasta los Campos de Farán, que está cerca del desierto.
7 Y dando la vuelta llearon hasta la fuente de Misfat, o sea Cadés, y arrasaron todo el país de los amalecitas y de los amorreos que vivían en Asasontamar.
8 Salieron entonces los reyes de Sodoma, Gomorra, Adarna, Seboim y también el rey de Bala, o Soar, y se dispusieron en orden de batalla contra ellso en el valle de Sidim, 9 o sea contra Codorlamor, rey de los elamitas; Tadal, rey de Nacioens; amrafel, rey de Senaar, y Arioc, rey del Ponto: cuatro reyes contra cinco.
10 Como el valle de Sidim estaba lleno de pozos de asfalto, al huir los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en los pozos y los que escaparon huyeron para el monte. 11 Los vencedores se adueñaron de las riquezas y las reservas de alimento sde sodoma y Gomorra y se marcharon. 12 Se llevaron también con ellos a Lot, hijo del hermano de Abram, con todo lo que tenía, pues vívía en Sodoma. 13 Uno de los que escaparon vino a visar a Abram el hebreo, que vivía en el valle de Mambré el amorreo, hermano de Escol y de Aner, aliados de Abram.

Abraham y Melquisedec

+ 14  Cuando Abram tuvo noticia de que los cuatro jefes habían llevado prisionero a su hermano Lot, escogió trescientos dieciocho de sus hombres que se habían criado en su casa y los persiguió hasta la ciudad de Dan. 15 Con sus hombres cayó de noche sobre ellos, los derrotó y persiguió hasta Jobá, al norte de Damasco, 16 recuperó el botín y también a su hermano Lot con sus pertenencias, a las mujeres y al resto de la gente.
17 Cuando Abram venía de vuelta, después de derrotar a Codorlamor y sus aliados, les salió al encuentro el rey de Saodoma, en el valle de Save ( que es ahora el valle del rey).
18 Entonces Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino, pues era sacerdote del “Dios Altísimo”. 19 Melquisedec bendijo a Abram, diciendo: ¡Abram, bendito seas del Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra. 20 Y bendito sea el Dio s Altísimo, porque puso a tus enemigos en tus manos.” Y Abram le dio la décima parte de todo lo que llevaba.
21 Luego el rey de Sodoma dijo a Abran: “Devuélveme las personas que has liberado y quédate con sus pertenencias.” 22 Abram le respondió: “Levanto mi mano hacia Yavé, creador del cielo y de la tierra, el Dios Alrtísimo, 23 para jurar que no tomaré una hebra del hilo ni el cordón de un zapato ni cosa alguna que te pertenezca. Así tú no podrás andar después diciendo: Abram se hizo rico a costa mía. 24 No quiero nada para mí, fuera de lo necesario para la manutención de mis hombres. En cuanto a mis aliados Aner, Escol y Mambré, que ellos mismos tomen su parte.”

+ ¿De dónde surgió la leyenda que leemos en el presente capítulo y que se insertó muy tarde en la historia de Abraham? ¿Del deseo de añadir algo a su gloria, atribuyéndole una hazaña militar?
De todas maneras, Dios, autor de la Biblia, quiso que este relato aparentemente sin importancia, entrañara dos enseñanzas.
Melquisedec era sacerdote del Dios Altísimo. Creador del cielo y de la tierra. No había recibido la palabra de Dios, como Abraham; sin embargo, conocía a su manera al que había llamado a Abraham, y también reconoció a Abraham. Las personas que Dios llama nunca quedan aisladas, sino que se les da encontrar a otros amigos de Dios. Abraham pagó el diez, pero se fue más rico con la alegría d ehaber escuchado, de boca de este extraño, las palabras que le confirmaban la bendición de Dios (ver Ic 1,39)
Melquisedec trajo pan y vino. ¡Qué extraño el personaje de Melquisedec! En el pueblo de Israel, los reyes no eran sacerdotes, ni tampoco se ofrecía pan con vino en los sacrificios. Pero el Salmo 110 y, luego, la carta a los Hebreos (5,6 y cap. 7)  en en este hombre la figura de Cristo, el Sacerdote único, Abraham, por grande que fuera, solamente trabajaba por  preparar la venida del que conseguiría a todas las naciones la bendición prometida por Dios. Aquí aparece veladamente Cristo, sacerdote y rey, que consagra el pan y  l vino.

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